El líder del PP, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, se reunieron ayer en privado en el Parador de Alarcón (Cuenca) en plena tormenta por las últimas revelaciones del caso Gürtel que apuntan a una supuesta financiación irregular en la formación popular. Horas después, durante la inauguración de la exposición de Sorolla en Bancaixa a la que llegó con una hora de retraso, el jefe del Consell confirmó a Levante-EMV el encuentro.

En declaraciones a este periódico, el presidente aseguró que no se habló del escándalo político que azota a su partido. Según el jefe del Consell, el almuerzo, que se prolongó por espacio de cinco horas, se enmarca dentro de las reuniones habituales que mantiene con el presidente nacional.

"Es una reunión entre amigos que se hace todos los meses desde hace cinco años", explicó Camps, quien además detalló que él y Rajoy firmaron autógrafos y se hicieron fotos con otros comensales del parador. La mesa de los populares estaba separada del resto por un simple biombo.

Con todo, pese a la normalidad con la que Camps se refirió a su comida con Rajoy, la cita está cargada de contenido. Se produce en un momento de gran tensión política y cuando algunas voces hablan de distanciamiento entre Rajoy y Camps por la resistencia de éste último a depurar responsabilidades por el caso Correa.

El almuerzo, además, tuvo lugar el mismo día en que la Fiscalía Superior de Valencia dio a conocer el archivo de la denuncia presentada por el PP contra la policía por el informe que ha puesto sobre las cuerdas a la cúpula popular valenciana. La decisión supone un nuevo varapalo para la formación que lidera Francisco Camps y, en concreto, para Ricardo Costa, cuya defensa, centrada en desacreditar el informe policial, salta por los aires.

De hecho, algunas fuentes consultadas ayer por este diario mantuvieron que Rajoy tenía previsto pedirle personalmente a Camps el relevo de su número dos. Otras fuentes mantienen que la dirección nacional del PP ha optado por rebajar la presión pública y dar manos libres a Camps para que ataje el escándalo y depure responsabilidades. De ser así, Rajoy le habría comunicado en persona que tiene margen de maniobra, pero que es necesario que actúe.

En principio, se apunta a que el cese de Costa no sería suficiente y que tendría que sacrificar también al vicepresidente Vicente Rambla para que el cortafuegos sea efectivo y se traslade a la opinión pública una imagen contundente de que el PP actúa contra la corrupción.

La negativa de los máximos referentes del PP a lo largo del día de ayer a hablar sobre lo que debe hacer Camps abona la teoría de que Génova quiere aliviar la presión sobre Camps. Rajoy, al ser preguntado sobre posibles dimisiones, se fue por la tangente. "En Valencia yo creo que, como todos los españoles, están apoyando la candidatura 2016, y que se van a llevar una alegría como todos".

Sin embargo, en privado, dirigentes populares siguieron exigiendo medidas "ejemplarizantes" a Camps, a imagen y semejanza de la respuesta que tuvo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Según la agencia Efe, miembros del comité ejecutivo nacional precisaron que los ceses deben alcanzar también a Vicente Rambla y a David Serra, vicesecretario de organización del PP. En cuanto a Ricardo Costa, ayer se comparaba su "resistencia" en dejar el puesto con la que mostró el tesorero del partido, Luis Bárcenas.