El alcalde no quiere ni oír hablar de repercusiones directas de los resultados del domingo sobre su trabajo municipal. Tras recordar que hace poco más de un año su candidatura alcanzó un 43% de apoyo en las elecciones locales, insistió en que entre una y otra cita "no hay nada que ver". Asegura que "la percepción de los vecinos hacia el trabajo del gobierno local es favorable, me siento a gusto y noto el cariño de la gente". Admite, eso sí, que los 2.500 votos del 26-J supone el "último reducto" del BNG en Pontevedra, "los de convicción", lo que supone que Lores debe arrastrar a 15.000 votantes que apoyan a otros partidos en citas distintas a las municipales.