Alternativa Popular de Galicia (APGa) ganó ayer la alcaldía en el municipio de Os Blancos, donde se celebraron elecciones locales parciales por un error de escrutinio el 22 de mayo en una de las mesas. Aquel recuento anulado dejó a las dos fuerzas más votadas, PP y APGa, empatadas a 393 votos y al ayuntamiento en situación de provisionalidad. Seis meses después, y en contra de los resultados logrados por el PP en el Congreso y el Senado, donde superó el 60%, el grupo liderado por José Manuel Baltar perdió sorpresivamente, al alzarse el independiente José Manuel Castro con una ventaja de 50 votos. El resultado no se conoció hasta las 2 horas.

En Os Blancos, 470 de los 912 electores convocados se enfrentaron a una mesa con tres urnas y una papeleta violeta para elegir alcalde. La dura campaña electoral en Os Blancos, reconocida por los electores, tensó al máximo la jornada de votación. "Esto es Sierra Leona", dijo de mañana frente al colegio electoral el independiente José Manuel Castro tras asegurar que en Os Blancos no se respetó ni la jornada de reflexión: "La diferencia de este día (por ayer) con el 22M es que hoy vine sin dormir".

José Manuel Castro asegura que la maquinaria electoral de ambos partidos se mantuvo activa hasta la apertura del colegio electoral y que hubo "cambio de papeletas" incluso durante la noche: "Lo hicimos todos y no me importa decírselo a la prensa porque se sabía que esto iba a pasar y nadie de la junta electoral vino aquí a controlarlo". Otra cosa que Castro hizo ayer que no había hecho el 22M es ir a la misa grande, temeroso de que el PP aprovechase este momento para arañar algún voto más.

Y es que nunca un votante de Os Blancos se sintió tan querido y respaldado como ayer. Pero tampoco tan vigilado. En el colegio electoral, ubicado en la casa consistorial, le esperaban dos ejércitos de apoderados y colaboradores de ambos partidos, apostados estratégicamente en las inmediaciones del ayuntamiento. Salvo contadas excepciones, todos llevaban las papeletas de casa.

El aspirante del PP, Juan Manuel Andrade, restaba importancia a la masiva presencia de apoderados junto al consistorio, que en su partido iban perfectamente identificados con acreditaciones azules y pegatinas del PP: "Las municipales siempre fueron así y es normal porque la otra vez no pudimos gobernar por un error en el recuento". Andrade ha insistido hasta el final en que la papeleta no contada, correspondiente a un voto por correo era suya: "Por su puesto que era del PP".

Con todo, en el colegio electoral en el que los vecinos votaban por partida triple se cortaba la tensión. Los alcaldables entraban y salían de la sala como lo harían de un velatorio y nunca se quedaban junto a la puerta. Alejados unos metros de la entrada observaban con cierto dramatismo todo cuanto ocurría, mientras con la mirada requerían a algún apoderado para que no perdiese detalle. "Cambian las papeletas en el umbral", llegó a comentar uno de ellos. Incluso una votante del PP a la que este periódico quiso pedir su opinión sobre la atípica jornada electoral consultó antes a dos apoderadas si podía responder.

Los votantes, por su parte, ejercieron su derecho al voto en clave municipal con resignación. Arturo Mandianes, por ejemplo, esperaba que "esta sea la definitiva", si bien apuntó que "con el alcalde provisional que tenemos no funciona mal". Antonio Valencia, en cambio, considera urgente que se resuelva la constitución de la corporación municipal.

Incidencias

La tensión en la mesa electoral comenzó en el minuto uno con la introducción en la urna del voto por correo al denunciarse la posibilidad de que una de las papeletas pudiese corresponder a un elector que murió tres días después de solicitar el voto por correo. Finalmente se confirmó que ninguna de las papeletas venía a nombre del fallecido. Según Andrade, el elector "lo solicitó pero no llegó a votar porque murió antes de que le llegase la documentación".