A finales de los ochenta las calles de Cangas eran un hervidero de huelgas, trifulcas y canciones sarcásticas contra el Gobierno municipal. "Que se vayan, se vayan, se vayan...", cantaban. Era un tema pegadizo, y recurrente también; lo habían entonado una década antes, con otra rima, contra los grises. A falta de bocinas y tambores que animan normalmente las manifestaciones, ayer volvió a sonar aquella canción de los de O Morrazo. Gente de aquella quinta, pensionistas de los que habitualmente no sujetan pancartas, pero que sí sostuvieron muchos hogares durante la crisis económica. Indignados de tercera edad con quinta marcha: "No vamos a parar". En los últimos tres años sus pagas han aumentado un 0,75% (a razón de un 0,25% cada año), pero el coste de la vida creció dos veces más. Y el de los alimentos, cinco. Por eso miles de personas (3.000, según la Policía Municipal) secundaron ayer en Vigo la convocatoria en defensa de unas "pensiones y contra una revalorización que no se corresponde con lo que adelgaza la cartera.

"Este es un movimiento que no está ligado ni a partidos ni a sindicatos", clamaron al inicio de la marcha, que no perdió efectivos pese al chaparrón que tiznó el cielo y vació de existencias a los vendedores ambulantes de paraguas. El grueso de las proclamas se dirigió contra la reforma legal de 2013, de las más agresivas de Europa y ejecutada bajo el yugo de la troika tras el rescate bancario. En virtud de esa norma las 780.000 pensiones que se abonan mensualmente en Galicia dejaron de vincularse a la inflación, como se hacía antes, y pasaron a crecer solo al 0,25%. La previsión del Gobierno es mantener esta pequeña subida mientras la Seguridad Social continúe en números rojos. El año pasado el déficit superó los 18.000 millones de euros, y no hay previsión de que deje de estar en pérdidas. Por eso, salvo que la rebelión de los mayores logre su principal cometido, habrá 0,25% para largo.

"En la práctica sufrimos una rebaja de nuestros ingresos. La resignación no es una opción, vamos a luchar por lo que conseguimos", exhortaron durante la caminata, que partió del Museo Marco, bajó por Colón, llegó a Puerta del Sol y volvió al punto de partida por Príncipe. A medio camino se despejaron las nubes y algunas gargantas. "Pensións decentes para a nosa xente", "suben os prezos, baixan as pensións", "goberne quen goberne a pensión non se vende", fueron algunos de los cánticos. Y el "que se vayan, se vayan, se vayan". Aunque sí participaron colectivos no vinculados a jubilados, pensionistas y viúdas, y pese a que la cita fue un "éxito" para ellos por la multitud que ocupó la calle, la convocatoria pinchó en tanto no logró movilizar a otros colectivos de trabajadores y jóvenes, como pretendían.

Pero no apagó los ánimos. Algún café durante la marcha para calentar los pies y vuelta al lío. "Vamos a pelear para que se preserve el último gran negocio público a arrebatar", decían en relación a los planes privados que han defendido algunos miembros del Ejecutivo. Hubo también palabras para el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, que enojó a los pensionistas de todo el país al asegurar que las viviendas en propiedad eran una renta. "No es igual pagar un alquiler de 500 euros al mes que pagar un gasto de comunidad de 100 euros", lanzó Linde, comentario que después tuvo que matizar ante la avalancha de críticas que cosechó de casi todo el espectro político, sindical y social. Pero los manifestantes de ayer no atendieron a maquillajes dialécticos. "La pensión no se vende, la pensión se defiende".

Con una tasa de abstencionismo muy baja en relación a otros colectivos, el de los pensionistas es un grupo determinante en las citas electorales por su participación y envergadura. "Quien toca las pensiones lo paga en las elecciones". Ayer dejaron claro que conocen no solo su poder de convocatoria, sino su músculo político. Tras las últimas movilizaciones el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tardó escasas horas en convocar un pleno monográfico sobre las pensiones. Como dicen los sociólogos, esa capacidad de alterar la agenda -y sobre todo de Rajoy, casi siempre hierático- no la tiene ningún otro colectivo en España. "Tengo esperanza en que lo lograremos, somos muchos votos", mascullaban en medio de la marcha. Porque el pleno monográfico del miércoles pasado no sirvió de mucho a los pensionistas, que solo quieren sacar en claro que se eliminará el factor del 0,25% para preservar su poder adquisitivo. "Lo vamos a conseguir. Lo vamos a conseguir".

La jornada sirvió también para reclamar "salarios dignos para nuestros hijos y nietos" y para anticipar que lo de ayer no fue un motín esporádico contra el Ejecutivo. "Vamos a continuar, y volveremos si hace falta a Madrid", aunque de momento no hay calendario. Si bien la manifestación quiso apartarse de toda vinculación con los sindicatos, ayer fueron CC OO y UGT, con Modepen (Movemento pola defensa das pensións públicas) los que dirigieron la comitiva (la CIG se manifestó el jueves). "No vamos a parar, de verdad que no vamos a parar. Total, no tenemos mucha cosa que hacer".