Los expertos hablan ya de una economía que deja atrás la recuperación para embarcarse en un ciclo de expansión, que tiene como meta más inmediata la recuperación de los niveles de empleo previos a la crisis. El exdirector ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Juan José Toribio, que participó en la sesión inaugural del Programa de Desarrollo Directivo que imparte el IESE en Galicia, ve una economía asentada en unos cimientos más sólidos que nunca y cuyos mayores desafíos proceden de la política.

-Las previsiones para 2018 apuntan a una desaceleración de la economía por el fin de algunos de los vientos de cola. ¿Coincide con esta postura?

-La economía española está viviendo una inercia y una dinámica muy positiva que no es fácil de parar, aunque todo hace pensar que el crecimiento económico en 2018 será positivo pero algo inferior al del año 2017. Esto se debe al aumento de los precios de la energía, por los tipos de interés, que tarde o temprano subirán, aunque no parece que esto vaya a producirse en 2018 y por la apreciación del euro, que puede frenar algo el crecimiento.

-¿Sobre qué se va a sustentar este crecimiento?

-Estamos en una fase de crecimiento sano, sin inflación y que va a continuar siendo así. Es un crecimiento basado en inversiones en bienes de equipo y en exportaciones y esto va a continuar el año que viene. Es un crecimiento generador de empleo y con superávit de balanza de pagos. Nunca en la historia tuvimos esta serie de características tan positivas.

-Los expertos advierten que los mayores riesgos para la economía están en la política y no en la propia economía...

-Así es. Los mayores riesgos parece que proceden de la política. A nivel interno, por la situación en Cataluña, y fuera de nuestras fronteras tanto por las presiones en un Oriente Medio productor de petróleo y de gas natural, como por los cambios políticos en Estados Unidos por el programa errático de Trump, que es positivo en temas como la reforma fiscal, pero negativo por su insistencia en volver al proteccionismo.

-¿Qué impacto tendrá para España la progresiva retirada de estímulos del Banco Central Europeo?

-En España se podría decir que la política monetaria nos la inyectan en vena. Los bajos tipos de interés a nosotros nos beneficia mucho porque somos el país con una mayor proporción de endeudamiento a tipos de interés variable, especialmente por el crédito hipotecario, que está ligado al euríbor. Seguramente, si suben los tipos de interés, España será uno de los países más perjudicados, aunque insisto en que no está previsto que esto ocurra en el año 2018, aunque de cara al 2019 sí que deberíamos irnos preparando.

-Este repliegue del BCE tendría su contrapartida en una escalada del euro. ¿En qué nos beneficia y en qué nos perjudica?

-La subida del euro puede tener efectos negativos sobre la economía española, pero son muy matizables. Casi el 65% del comercio exterior es con países de la zona euro, con los que compartimos moneda y donde ya no hay efecto divisa. Y sin embargo, la apreciación del euro sí tiene alguna ventaja. En primer lugar, España es un país fuertemente inversor en el exterior y así se hace más barato. Además, España importa 450 millones de barriles de petróleo al año, y un euro fuerte palía el efecto inflacionario de la escalada del precio del petróleo, que sube con fuerza cuando se mide en dólares, pero que en euros es más reducida.

-El euro fuerte contiene la inflación, pero en los últimos años no se han apreciado fuertes subidas de precios ni siquiera cuando la moneda estaba débil. ¿Qué factores explican esta situación?

-La ausencia de inflación se está produciendo a pesar incluso de liquidez inyectada por los bancos centrales. Lo que está ocurriendo es que una alto porcentaje de esta liquidez está siendo almacenada por familias y empresas para reducir su endeudamiento y no está generando presiones sobre los mercados de bienes y servicios. Por otro lado están los fuertes incrementos de la productividad que han tenido lugar especialmente en la industria de países con costes laborales mucho más bajos, que están manteniendo a raya la inflación. En todo caso, entiendo que estas tasas de inflación menores de lo previsto no deberían poner nerviosos a los banqueros centrales. Yo creo que un mundo sin inflación y con estabilidad en precios es mucho más sano que uno inflacionario.