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El metal contratará a plantilla extranjera para cubrir la falta de personal en Galicia

Reprueba que la automoción eche mano de auxiliares lusas para reducir los costes

En Portugal hay una empresa que se llama ASM Industries. Fabrica torres eólicas y acaba de presupuestar una nueva factoría cerca de Aveiro por 30 millones de euros. Tiene los fondos y los terrenos. Lo que no encuentra son trabajadores; les ofrece entre 1.500 y 2.000 euros netos al mes, pero no aparece mano de obra cualificada. Es un calco del sector metalúrgico gallego, que ya hace un año detectó -como anticipó FARO- una necesidad perentoria solo para Vigo de 700 soldadores, delineantes, tuberos, matriceros, moldistas, caldereros... Muchos de los que daban forma al sector antes de la crisis se han jubilado o se exiliaron a otras industrias y países. "Incluso hay problemas para captar personal no cualificado", ejemplifica el secretario general de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Galicia (Asime), Enrique Mallón. La patronal exige a la administración un plan urgente para reclutar profesionales formados; si no los encuentra en Galicia los buscará fuera. "Si aportamos esa mano de obra aquí, genial, pero no vamos a ser capaces de cubrir toda la demanda. Hay que cumplir plazos de entrega". Solo en naval, según sus cálculos, necesita 1.200 trabajadores este año.

Asime pretende iniciar en marzo los cursos de formación, de entre 80 y 400 horas, tanto para cualificar a personas sin trabajo o experiencia en el metal como para renovar las aptitudes de los que están ocupados a día de hoy en el sector. Quiere eliminar ese déficit de 1.200 empleados de manera casi inmediata. Pero lanza el sedal a la Xunta: "Necesitamos disponer de en torno a un millón de euros. Si no tendremos que ponerlos nosotros, pero tenemos todo el derecho a recibir financiación pública" porque, recuerda Mallón, "pagamos la formación en las nóminas". "Un trabajador formado tiene el trabajo asegurado". En la patronal metalúrgica condenan que se hayan "demonizado" los cursos de formación a raíz de las malas prácticas de algunas asociaciones y organizaciones sindicales. "Teníamos un sistema formativo que envidiaban en Europa, y ahora no tenemos nada". Textil, automoción, atención sociosanitaria o pesca también echan en falta personal formado en Galicia.

Mallón elevó esta reclamación ayer durante la presentación del informe anual del sector metalúrgico gallego, que cerró 2017 con un incremento de dos dígitos en su facturación (11%), hito que no se había alcanzado desde hace una década. "Por fin tenemos datos positivos, aunque no queremos caer en la euforia". Las ventas llegaron a los 13.125 millones de euros, equivalente a en torno al 20% del Producto Interior Bruto (PIB). El empleo avanzó en un 7%, hasta los 64.492 trabajadores ocupados. "Vamos en el buen camino hacia la reindustrialización", ahondó. Una senda que se interrumpió con la doble recesión, que causó unos destrozos que todavía no se han reconstruido por completo.

Pero 2017 fue un buen año para los subsectores que arman la industria metalúrgica gallega. Destacó la automoción, pese a que las furgonetas de Balaídos están en la última fase de su vida serie, con un incremento del 23% en la facturación y otro 10% en empleos. El portavoz de Asime reprochó eso sí que las principales fabricantes hayan elevado las compras de componentes a Portugal para ahorrar costes: "Deben intentar mejorar el músculo industrial de Galicia", dijo. Destacó también el buen hacer del naval que, pese a haber firmado contratos por más de 500 millones el año pasado, está "al 60% de capacidad" y, con 10.650 empleados (lejos de los más de 14.000 del balance anual del clúster Aclunaga), está muy lejos de los 17.000 que tenía antes de los sopapos de la crisis y el tax lease. "A cierre de año podremos estar en el 80% de ocupación". Para Mallón la diversificación y la internacionalización de las auxiliares del naval, que aportan más del 90% de los empleos, fue determinante para blindar su supervivencia en vacas flacas. Menos optimismo arrojan las empresas de construcciones y estructuras metálicas y la aeronáutica, aunque por motivos diversos: la primera, porque sufre aún el ralentí de la obra pública y residencial española; la segunda, porque continúa en fase de eclosión.

¿Deberes para 2018? "Revisión de la formación y cualificación de los trabajadores, inversión en nueva maquinaria y atracción de inversiones extranjeras" para blindar la recuperación de un sector estratégico.

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