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Galicia dejó escapar oportunidades con Toyota, BMW y Mitsubishi en los últimos treinta años

La Xunta sigue la carrera por la futura gigafactoría de Tesla en Europa desde cierta distancia y a través de las asesoras contratadas para la detección y captación de inversiones (KPMG para la automoción), aunque por ahora no se ha producido ningún acercamiento a la compañía de Palo Alto. La Comunidad Valenciana, por su parte, encabezó hace unos meses una iniciativa lanzada por un grupo de ingenieros -con el respaldo posterior de la Generalitat- para acoger esta inversión, sin resultado hasta la fecha. Fuentes del sector admiten que hay otras autonomías interesadas, aunque las negociaciones son secretas. A lo largo de los últimos treinta años, Galicia estuvo en varias ocasiones el punto de mira de otros constructores de vehículos, pero ninguno de los proyectos llegó a cuajar, en parte por falta de terrenos. En los años ochenta, según fuentes del sector, responsables de Toyota habían visitado la comarca de Vigo con el fin de establecer aquí una planta de ensamblaje de la marca japonesa, pero entonces la conflictividad laboral asociada a los años más duros de la reconversión naval frustraron el proyecto. Ya en 2000, el fabricante de vehículos premium alemán BMW sondeó Galicia para instalar una factoría de coches. En esta ocasión fue la falta de terrenos disponibles lo que impidió que la operación cuajase. También la falta de suelo y la inseguridad jurídica que afectaba a la Plataforma Logística de Salvaterra-As Neves frustraron la construcción de una planta de baterías de ion-litio de las japonesas Mitsubishi y GS Yuasa en la comunidad, proyecto que quedaría finalmente enterrado tras el tsunami de Japón de 2013, que suspendió las inversiones niponas en el exterior.

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