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La gran perturbación británica en la economía global

Londres zarandea a otras áreas

El BCE y Japón sopesan acciones, EE UU posterga subir tipos y China y Suiza actúan

Londres zarandea a otras áreas

Desde que los británicos optaron por el "Brexit", Reino Unido está exportando deflación a la eurozona con la depreciación de la libra. A Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), le acaba de salir un obstáculo en su lucha contra la desinflación en el área monetaria.

Además, su previsión apunta a que la marcha del Reino Unido (segunda mayor economía de la Unión Europea, equivalente al 16% del PIB de los 28 países socios) mermará el crecimiento europeo entre 3 y 5 décimas de PIB en tres años. Y el FMI prevé también 3 décimas de contención entre 2017 y 2018 cuando el crecimiento europeo es aún débil. Para añadir problemas, la elevada demanda de la deuda alemana por miedo al "Bréxit" ha situado sus tramos de hasta siete años de plazo en rentabilidad por debajo del -0,4% al que puede ser adquirida por el BCE. Para poder comprarla, el Banco Central Europeo podría cambiar su norma o imponer tipos de interés negativos aún más severos a los bancos, lo que trasladaría mucha más asfixia a un sector financiero con márgenes muy apurados y que está en el centro de la tormenta.

El BCE prepara por ello acciones, y también Japón ultima un plan para frenar la escalada del yen, que, como activo refugio, entró en una espiral alcista. El yen revalorizado fue una de las causas de la crisis japonesa de los primeros 90, de la que el país aún no salió. Y ahora la Bolsa nipona se sumó al pánico por el "Brexit" porque el yen alcista daña las exportaciones del país.

La Reserva Federal de EE UU, que asiste a una apreciación del dólar por la misma causa, tendrá que seguir aplazando la normalización de su política monetaria. China ya intervino para frenar la revalorización del yuan -hay quien cree que en realidad ha sido un movimiento de empresas para cancelar créditos en dólares antes de que se aprecie más-, y lo mismo hizo Suiza con el franco. Los desajustes son múltiples y el desenlace está por determinar.

El mundo está en puertas de una probable nueva ronda de estímulos monetarios para neutralizar el efecto "Brexit" cuando los ya vigentes, aunque no han sido baldíos, no han disipado los problemas y podrían estar incubando otros no menos peligrosos.

El comercio internacional desacelera, la inflación continúa agazapada, el PIB renquea y la inversión sigue muy baja. Y el "Brexit" ha suspendido procesos de fusiones, que eran la única gran actividad inversora propiciada por la era del dinero abundante y barato. Los inversores más temerosos aceptan bonos suizos con interés negativo a 50 años. El mundo insólito ya es normal. Y la UE aún debe neutralizar el riesgo político e institucional de que al "Brexit" le surjan imitadores.

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