Directamente afectado por la crisis que afecta al grupo al que pertenece, el Banco Espírito Santo (BES) vivió ayer su jornada más negra, víctima de una hecatombe en Bolsa y acusado de mala gestión por el supervisor financiero luso. El valor bursátil de la entidad se redujo en un 42 % durante las poco más de seis horas que cotizó y sus acciones valen ahora apenas 20 céntimos, cuando hace mes y medio se intercambiaban a 1,1 euros, reflejo de la caída en picado de la que ha sido protagonista. Además, como consecuencia de las "contingencias" detectadas en sus cuentas desveladas ayer, el Banco de Portugal retiró el poder al máximo accionista de la entidad, la familia Espírito Santo, al inhibirle de capacidad de voto pese a contar con una participación del 20,1 % en el BES.