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La anomalía de la deuda

El endeudamiento del Estado sigue creciendo, pese a los ajustes, por el trasvase de cargas privadas al sector público

Con el Gobierno de Rajoy, la deuda pública española -con datos hasta marzo- está creciendo a una media de 311 millones de euros al día. Con Zapatero, durante la crisis, crecía bastante menos: 260 millones diarios.

El problema de la deuda pública sigue agravándose pese a las políticas de austeridad, con las que se dijo que se taponaría el boquete. Pero el agujero cada vez es mayor. También es inquietante que el año pasado el déficit del Gobierno central superase al del último ejercicio de Zapatero.

Esta tendencia al alza de los descubiertos soberanos abre incógnitas sobre la sostenibilidad de las primas de riesgo e intereses de los bonos. La prima está en niveles de mayo de 2010. Es, por tanto, la misma percepción de riesgo -entonces se juzgó dramática y ahora, excelente- que forzó a Zapatero al ajuste del gasto. La diferencia es que entonces la deuda andaba por los 600.000 millones y ahora está en 989.925 millones.

Que la prima caiga cuando la deuda sube es una anomalía sólo explicable por la firmeza del BCE desde julio de 2012 en defensa del euro y de las deudas nacionales y por los masivos flujos de capitales que se mueven por el mundo desarrollado buscando de forma desesperada un mínimo margen de rentabilidad en un entorno de tipos oficiales al 0% o casi.

La prevista subida de las tasas de interés en EE UU y otras áreas puede reabrir las tensiones de deuda en la periferia europea en la medida en que el fin de la expansión monetaria en esos países se produzca de forma más rápida o intensa de lo anunciado y la subida de tipos atraiga a esos capitales.

La deuda pública no fue la causa de la crisis española. Fue su consecuencia. De aquí que, mientras no se supere la crisis, no se atajará la deuda soberana. Y la crisis no se superará mientras no se reduzca el endeudamiento privado, que sí fue el causante del específico derrumbe español. El problema es que la deuda privada tampoco se corregirá mientras no crezca el PIB y el empleo, y estos remontan muy poco porque empresas, bancos y ciudadanos siguen muy endeudados.

Para romper este círculo vicioso, los mecanismos automáticos de la economía y las decisiones de Gobierno llevan más de seis años bombeando deuda desde el sector privado al público (socializando pérdidas) para liberar de cargas al aparato productivo y a la iniciativa privada, de modo que éstos puedan restablecer el dinamismo. De no haber sido por el aumento del gasto público, España hubiera recaído en decrecimiento en el primer trimestre. Ahora se anuncia una cierta suavización tributaria para lo mismo. OCDE y UE se oponen. Están alarmados porque una menor recaudación puede disparar aún más la deuda pública.

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