Cuatro años después los caminos de Amancio Ortega y Tishman Speyer han vuelto a cruzarse. Y esta vez sólo ha habido un vencedor. El primer protagonista es de sobra conocido: fundador y máximo accionista de Inditex, mayor fortuna de España y séptima del mundo, y uno de los grandes inversores inmobiliarios del planeta.

El segundo es desde hace dos décadas uno de los principales desarrolladores, propietarios, operadores y gestores de fondos de bienes inmobiliarios de alta gama del mundo. La firma fundada por Robert Tishman es propietaria o copropietaria de edificios tan singulares como el Rockefeller Center, donde tiene su sede, o el Chrysler Center de Nueva York; la torre MesseTurm de Frankfurt, o la torre Norte de San Paulo, entre otros muchos activos repartidos por tres continentes.

Si en 2007 ambos estuvieron inmersos en una operación de compraventa de un centro comercial en Berlín, ahora se han enfrentado por la adquisición de la Torre Picasso, el símbolo de las finanzas madrileñas, diseñada por el arquitecto japonés Minoru Yamasaki, autor de las Torres Gemelas de Nueva York. A la puja por el emblemático edificio se habían presentado cinco ofertas. Pero a la última fase sólo llegaron Ortega y Tishman Speyer. Los dos pusieron sobre la mesa 400 millones. Pero mientras el fundador de Inditex, gracias a la tremenda liquidez de la que dispone, tenía esa cantidad en efectivo, el fondo estadounidense necesitaba financiar la operación. Y la constructora FCC, dueña hasta ese momento del inmueble de 157 metros de altura y 45 plantas, no dudó un momento.

El resto de la historia también es conocida: a finales de 2011 Amancio Ortega logró una histórica operación, la mayor que se ha producido en el mercado inmobiliario nacional desde 2008, cuando el Banco Santander vendió su ciudad financiera madrileña por 1.900 millones. Con la compra de la Torre Picasso, el fundador de Inditex, además, reforzó su presencia en el Paseo de la Castellana donde ya tenía otros cinco inmuebles entre los que destacan la antigua sede de Terra; la sede del Banco Santander o la sede de Axa Seguros.

Pero esta no era la primera vez que los caminos de ambos se juntaban. Como buenos, audaces y exclusivos inversores inmobiliarios han compartido algunas de las pujas de edificios más relevantes que se han producido en el mundo desde que Ortega comenzó su actividad de compra de inmuebles en 2002. Nunca se ha desprendido, por ahora, de ningún edificio que ha adquirido.

Con intereses tan similares no es extraño que no sólo compitan por adquirir determinados inmuebles –casi siempre edificios de oficinas–, sino que hagan negocios juntos. Uno de los más destacados fue la compra por parte de Amancio Ortega en 2007 del centro comercial Barrio 205, situado en Berlín. El vendedor fue Tishman Speyer. El expresidente de Inditex abonó 275 millones por el inmueble que tiene 51.000 metros cuadrados, y alberga, entre otras, una tienda de H&M, competidora de la multinacional gallega; un almacén de Benneton, de la que se rumoreó esta semana que Inditex estaba interesada en su compra; 36 apartamentos de lujo y 1.100 plazas de estacionamiento.

Pero la operación de Torre Picasso ha puesto sobre la mesa el tremendo poder financiero de Ortega. Desde que fue fundada Tishman Speyer, en 1978, la firma de inversión inmobiliaria ha adquirido, desarrollado y/o gestionado más de 10 millones de metros cuadrados de inmuebles (el equivalente a un millar de campos de fútbol), valorados en unos 38.000 millones de euros, según reconoce la compañía.

Además del complejo comercial Rockefeller Center, donde posee su cuartel general, y el edificio Chrysler Center, es propietaria o copropietaria en la Gran Manzana del CitySpire y el Met Life. También posee las torres de oficinas Ventura en Río de Janeiro o la Torre TaunusTurm en Frankfurt, entre otros activos. Sus posesiones se reparten entre Argentina, Bélgica, Brasil, Inglaterra, Francia, Alemania, India, Italia o Estados Unidos. El fondo de inversión es escogido por muchas compañías de todo el mundo para que les alquile edificios de oficinas que posee o gestiona.

Con la compra de la Torre Picasso, Tishman Speyer quería volver a España. Ya estuvo presente con la promoción de un parque empresarial de 56.000 metros cuadrados en la localidad madrileña de Las Rozas.

La operación de la torre madrileña era muy apetecible para cualquier gran inversor. En 2007 fue tasada en 850 millones. Cuatro años después se había rebajado a la mitad. La consultora Aguirre Newman fue la encargada de realizar el sondeo entre un escogido ramillete de inversores. El proceso, en el que también participó el BBVA, acreedor de FCC, y Aguirre Newman, fue muy restringido para que no trascendiese que le habían colgado el cartel de Se vende a la Torre Picasso.

La oferta de Tishman Speyer fue la elegida en primer lugar. Pero los problemas para conseguir financiación para una operación de 400 millones dieron al traste con la compra. Llegó entonces el turno de Amancio Ortega, que dispone siempre de una gran liquidez –sólo el año pasado recibió casi 600 millones en dividendos de Inditex– y se quedó con el inmueble. Había vencido a un fondo estadounidense con cuatro edificios en Nueva York y se acababa de comer la Gran Manzana.