"Por aquí, seguimos en la misma situación; estamos desilusionados y con el ánimo por los suelos. Tantas veces nos dijeron que todo estaba arreglado y que saldríamos en tres o cuatro dias que nos esperamos cualquier cosa. Esta vez teníamos la esperanza de que saldríamos y, sobre todo, con estas fiestas tan significativas que tenemos tan cerca...". Así comienza la carta que ayer hizo llegar a este diario José Portas, el patrón del pesquero de Marín "Bahía de Portosanto" desde el puerto mautitano de Nuadibú, retenido desde agosto tras el choque fortuito con un buque chino de capital mauritano, que acabó hundiéndose.

Los constantes retrasos en la resolución judicial que permita la liberación del buque, condicionada por un acuerdo entre aseguradoras, van minando la paciencia de Portas y de su armador, Santiago Iglesias, que permanece en el país acompañando al patrón –el resto de la tripulación ya dejó Mautitania hace meses– y tratando de encontrar una solución.

"Pasa una semana; otra, otra y otra y estamos desgastados y con la moral por el suelo, incluso con ataques de ansiedad. No soporto estar encerrado en ninguna habitacion más de cinco minutos sin salir y fumar 20 pitillos". Así describe su estado de ánimo Portas, que echa cuentas de las esperanzas frustradas tantas veces en una liberación que no llega. "Te dicen que está arreglado pero vemos que pasan los días y no se arregla. Por precaución, poque todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra, estamos siendo cautos, evitando declaraciones y no entrando en detalles para no obstaculizar el proceso ya de por sí muy lento. Ya damos pena. Los compañeros que vienen a descargar aquí y nos ven una semana tras otra, un mes tras otro, no entienden cómo podemos aguantar y es que no nos queda otro remedio ya que no podemos salir debido a que estoy retenido por el proceso y mi pasaporte también y, a su vez, el armador que lleva tres meses aquí con nosotros y otros dos compañeros no queremos abandonar el barco porque si lo abandonas se va al garete".

Portas explica también que "nuestras familias en casa también tienen que tener kilos de paciencia porque no sabemas ya qué decir para tranquilizarlos.Todas las semanas le decimos que tranquilos, que se va a arreglar y nada, no se arregla. Me parece que nos va a tocar tomar el turrón mas amargo de nuestra vida. Creíamos que estábamos en la recta final pero parece que la recta es muy larga o que vienen más curvas. Nos vienen muchas promesas bonitas pero aparte de la ayuda de nuestros compañeros que vienen a descargar al puerto no hemos recibido ningún tipo de ayuda por parte de la casa aseguradora ya que todos los gastos que está acarreando este proceso esta corriendo a cargo de la empresa armadora, que trata de administrar lo que queda y repartirlo entre todos. Esperemos que este infierno termine antes de Fin de Año y que el próximo nos traiga un poco mas de paz y prosperidad".