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fútbol - Segunda Autonómica

En las entrañas del ascenso amarillo

FARO DE VIGO conoció los secretos y rutinas del vestuario de Luis Carro en una temporada para el recuerdo

Todo el plantel demostró ser una piña a lo largo de todo el ejercicio. Luis Carro puso en valor el compromiso puesto por todos sus jugadores y en especial por los más veteranos.

El Juventud de Cambados ha vuelto. Tras unos años de declive, Burgáns va camino de recuperar su lugar de privilegio en el fútbol comarcal. No será un proceso fácil ni rápido, pero no cabe duda que las bases para sostener un crecimiento racional parecen bien sentadas.

El ascenso del primer equipo a Primera Autonómica no ha sido fruto de la casualidad. Luis Carro ha hecho del rigor en el trabajo el primer mandamiento que imperó en la caseta del equipo. FARO DE VIGO ha tenido la oportunidad de adentrarse en las entrañas de una resurrección futbolística plasmada en el ascenso de los 100 goles y un título de liga que se certificará con una victoria más a falta de cuatro jornadas.

Las tres sesiones de entrenamiento semanales dan paso a la liturgia del día de partido. Carro, siempre el primero en llegar, cita a todos sus jugadores 75 minutos antes de que el balón comience a rodar. "Queremos que tengan 15 minutos para relajarse, charlar y empezar a palpar sensaciones de partido", cuenta el entrenador.

A falta de una hora exacta, los jugadores son llamados a la caseta para vestirse y ver las estrategias a balón parado que Carro y su ayudante Tino Buján les cuelgan en una pared del vestuario. Tampoco faltan notas de alerta respecto a las cualidades del rival, "no conviene tampoco dar mucha información al jugador". Es tiempo también para que José Hermida, el delegado, prepare las licencias y los balones necesarios para la jornada mientras los dos entrenadores se reúnen para priorizar los aspectos a resaltar en la charla.

Llega el momento de dirigirse al plantel. "Nos centramos en mensajes concisos. El trabajo ya está hecho y es una cuestión de activación mental". Tino Buján se encarga de dirigir el calentamiento para el que emplea alrededor de veinte minutos antes de volver al vestuario para uniformarse. "Es un momento que aprovechamos para incidir muy brevemente en cuestiones tácticas, tanto nuestras como del rival".

El descanso se convierte el espacio dedicado a la reflexión. Carro es fiel a su rutina, "volvemos a la calma con unos minutos de silencio. Cuando lo conseguimos tratamos de corregir o reforzar determinados aspectos desde el análisis más reflexivo. Sin levantar la voz. Luego dejamos un tiempo para que los jugadores hablen entre ellos". La siguiente reunión será ya antes del primer entrenamiento de la semana. El hábito hace al campeón.

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