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lucha olímpica

Eder Villanueva se baja del tapiz

El vigués anuncia su retirada ante la dificultad de compaginar su vida familiar, la laboral y los entrenamientos: "Para estar a medias, prefiero dejarlo"

Eder Villanueva, ayer en Vigo, con algunas de las medallas que guarda de su trayectoria deportiva. // Alba Villar

Eder Villanueva deja de competir al máximo nivel. "Es el momento de colgar las botas, como se dice habitualmente", anuncia. "No tengo mucho tiempo libre. Y ya que no puedo dedicarle horas, para estar a medias prefiero dejarlo, pasar a otra fase", se resigna. Más adelante planea dedicarse a entrenar a niños "para seguir vinculado de alguna manera a la lucha", indica el vigués, que posee el título de entrenador nacional.

Villanueva, policía nacional, acaba de recibir un nuevo destino en su trabajo que le aleja de Vigo. Tras solicitar su ingreso en la Unidad Deportiva de la Policía Nacional podía "entrenar aquí y estar con mi familia (tiene dos hijos pequeños)", explica. En base a unos resultados "que no fueron del todo idóneos", le han trasladado a Madrid. "Me avisaron de un día para otro". Acababa de fallecer su madre: "Se me juntó todo". Ir y volver a Madrid a trabajar, pasar tiempo con la familia y buscar horas para entrenar resultaba una combinación imposible. "Al orgullo le han dado duro", se lamenta ante la decisión inesperada de su traslado.

"Cuando tienes hijos, al final el deporte es secundario", dice. Anteriormente el trabajo ya le había obligado a dejar la lucha en segundo plano. "Fue cuando estaba de escolta del embajador de Israel", recuerda. Pero volvió. "Por aquel entonces tenía 26 años. Ahora, ya con 35, si no tengo tiempo para entrenar no voy a seguir. Prefiero pensar en el futuro y llevarme lo bueno del deporte y de todo lo que me ha dado", dice.

Empezó con 7 años en el Colegio El Castro. "Fue un misterio lo que pasó, pero quedé enganchado. La lucha para mí lo ha sido todo. Es un deporte en el que prima el compañerismo, como en casi todos los deportes minoritarios. Los valores son muy importantes y no se alimentan egos. La lucha también me dio la oportunidad de estudiar. Rico no te hace, pero te da unos valores para la vida", sentencia.

Durante su etapa en activo ha acumulado siete títulos de campeón de España (en diferentes categorías), ha formado parte del equipo preolímpico, ha acudido a torneos internacionales, siendo 14º en un Mundial, y ha sido campeón del mundo de policías y bomberos. Acumula cientos de medallas y de vivencias. Recuerdos que se agolpan y que le llenan de orgullo. "Las competiciones internacionales eran la leche. Pensar que entrenas desde pequeñito y de pronto vas a un Preolímpico y que compites ante campeones del mundo, y sacarles puntos, como me pasó a mí en el Mundial de Estambul, es algo increíble", rememora. Los dos títulos gallegos del año pasado y el quinto puesto en el Nacional anunciaban ya su adiós: "Para competir y no hacerlo bien no puedo seguir".

Se emociona al hablar del Nacional que ganó en 2011. "Fue importante porque tenía mucha presión encima. Si sacaba un buen resultado podía quedarme en Vigo con mi familia y acababa de nacer mi hija. Fue muy bonito", rememora. "También tengo recuerdos de cuando competía con mi hermano, que es cuatro años mayor y que también hacía lucha, aunque lo dejó pronto por las lesiones. Fue una época muy bonita". Ahí menciona al primero de sus grandes referentes, su primer entrenador, Alfredo Marcuño. "El ambiente era agradable, divertido, como un juego", explica.

La espinita de los Juegos

Tan solo una espinita se le queda clavada. "El deseo más grande de un deportista es ir a unos Juegos. Era muy difícil", se resigna. "Pero tenía que intentarlo como fuera. Quizá hizo falta más entrenamiento, más dedicación, o plantear los entrenamientos de otra manera?", reconoce. Pero esa espinita no convierte su adiós en algo triste. "Me quedo con todo lo que he vivido y me centraré en que la gente descubra la lucha. Es un deporte olímpico de los más antiguos que hay y con una gran base histórica y me gustaría que mucha más gente lo conociera".

"La lucha ahora está haciendo un buen trabajo en los colegios. Es un trabajo de base muy bueno y se tendrán que ver los resultados en los próximos años. Se hace un trabajo más didáctico, con juegos. Me consta que el número de licencias se está disparando. Es un sistema similar al que se hace en judo y funciona", comenta.

Ahora mismo vive "a caballo entre Madrid y Vigo". "La idea es seguir vinculado a mi club y si el día de mañana pudiera ayudar como entrenador, pues estaría encantado. Le estoy muy agradecido a El Castro porque siempre me han apoyado. En algunos viajes incluso, cuando la Federación no financiaba por falta de fondos, me han ayudado. El presidente, Florencio Pintos, y su hijo, que es director técnico en la federación, me han ayudado mucho con los entrenamientos. Y también Alexander Kachelaev, que "ha sido como un padre". "Tengo un recuerdo muy positivo también de la época en la que estuve en el Centro de Tecnificación de Pontevedra, de los 15 a los 21 años", añade. "Ahí maduras también. No todo el mundo aguantaba, pero estábamos en una burbuja; un ambiente de vida saludable mejor no ibas a tener en otro sitio. Además, me ha dado la opción de viajar por el mundo a países a los que no creo que vuelva de turismo", dice.

Confiesa, ya retirado, cierto "alivio". "He tenido mucha presión para obtener buenos resultados que me permitieran seguir aquí con mi familia. He estado siete años en Vigo y es una presión extra a la hora de competir. Al final es un regalo que te dan poder compaginar el trabajo con tu vida familiar y deportiva, pero también es una presión y ya dije basta. Ojalá las circunstancias fueran distintas, pero a día de hoy lo primero es la familia". Eder Villanueva se despide del tapiz.

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