Un partido solvente del Atlético de Madrid y los goles del francés Antoine Griezmann, también asistente, del uruguayo Diego Godín y Koke Resurrección sometieron al Sevilla, doblegado sin matices, apretado en el tercer puesto y alejado, probablemente ya de forma definitiva, de la pelea por el título de Liga.

El Atlético fue mejor por ambición, por ocasiones, por juego, por intención y por convicción que el conjunto andaluz, que se marchó del Vicente Calderón con un gol anecdótico en el tramo final, de Correa, con todo ya decidido, con sólo dos puntos de ventaja sobre los rojiblancos y con la diferencia particular, además, perdida.

El inicio del Atlético fue potente. Lo tenía claro el equipo madrileño y lo intuía el Sevilla. Por eso, el primero propuso una velocidad trepidante en cada ataque, en cada presión, en cada transición, dispuesto para encerrar a su adversario. Y, por eso, el segundo lo esperó con prudencia, armado atrás, a la expectativa.

Hubo mucho de mérito tanto en el preciso y tocado pase a balón parado de Antoine Griezmann como en el certero cabezazo del central uruguayo, pero también mucho demérito en el desajustado movimiento de la defensa del Sevilla. Unos lanzaron el fuera de juego, otros se fueron hacia atrás y Mercado se olvidó de Godín, que remató solo.

Un detalle en el área, de esos que aumentan su transcendencia en un duelo entre dos equipos de alto nivel, que desniveló el encuentro al descanso. Había sido mejor el Atlético, sobre todo al comienzo, pero tampoco había generado apenas oportunidades. A la segunda clara marcó su gol, concreto y ganador al intermedio. Y también al final.

Pero, más allá de eso, también suponía una reflexión para el Sevilla. Sin proponer algo más en ataque, salvo alguna aparición de Nasri o Vitolo que terminaron en nada, y sin un plus de presión e intensidad no hay forma de ganar en el Calderón. Ni con el 0-0 ni con el 1-0. Necesitaba más, mucho más, para superar al Atlético.

Desde el banquillo mostró cierta intención para el segundo tiempo, con una simple sustitución -entró Jovetic, un delantero, y se fue Lenglet, un central-, con la que removió su sistema, de los tres centrales a la línea de cuatro, y con su primer tiro entre los tres palos, un remate flojo y centrado de tacón de Pablo Sarabia.

Ya algo para las estadísticas y las sensaciones ofensivas del equipo andaluz, pero, a la vez, nada inquietante para el Atlético.