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El regreso celeste a la Europa League

Europa en paño

El exdelegado Carlos Pérez conserva las camisetas de los rivales europeos del Celta

Carlos Pérez, con algunas de las camisetas de los rivales célticos en Europa y el balón del partido contra el Juventus. // R. Grobas

Carlos Pérez, delegado del primer equipo céltico entre 1992 y 2002, delegado de campo varias temporadas más, conserva en paño sus mejores recuerdos europeos. Pérez atesora una colección de esos tiempos: fichas federativas, actas... Entre lo más precioso, las camisetas de todas las escuadras a las que el equipo vigués se midió en competición continental. "Fue una experiencia muy bonita", resume.

Carlos Pérez, también ex trencilla además de comercial de oficio, ejercía de informador y miembro del Comité Técnico Gallego de Árbitros cuando recibió la llamada del Celta. Fue con José Luis Alejo Álvarez "Pilís" de presidente. De delegado habían ejercido hasta entonces Sotelino o los directivos turnándose. Pérez aceptó. Se mantendría en el cargo bajo los mandatos de Eloy de Francisco, Ignacio Núñez y Horacio Gómez. En 2002 fue contratado como director comercial del club y en esa época pasó también a actuar como delegado de campo en Balaídos. Acabaría jubilándose en 2006.

"Yo no conocía este mundillo de los delegados. Me encantó. Europa fue como el colofón", valora. Pérez admira el rigor organizativo que la UEFA aplica en sus competiciones. "Como vengo del mundo arbitral, me gusta mucho la disciplina. Y ellos la llevan muy bien. Si todos los equipos de todos los países funcionasen con ese orden, esto sería una maravilla". Pérez asistió a muchas reuniones de preparación de partidos, "meetings" les dice la UEFA: "Vienen quince días antes, se instalan y van al detalle. Te dicen: 'Aquello está de verde, hay que ponerlo de rojo'".

A él, las tareas se le multiplicaban cuando tocaba jugar de visitante. "Esto ha cambiado un poco. En mi época llevaba todo, incluidos los viajes, contratar los hoteles, aviones y autobuses... Así, cuando vas, ya has tenido esos contactos y no necesitas preguntarle a nadie".

Viajes tercermundistas

Hubo desplazamientos complejos. "Lo de Rumanía fue tremendo. Estábamos hospedados en Bucarets. A las cinco de la mañana nos reunimos Alvarito, Marcial (masajista y utillero históricos) y yo. Nos fuimos con los equipajes en una furgoneta a Pitesti, que estaba a cien kilómetros, por una autovía de tierra; eso sí, de dos direcciones. No lo había visto nunca. Luego el autobús del equipo pincharía. El campo era tercermundista. Las sillas en el vestuario para los jugadores eran de plástico pintadas a brochazos. En el único hotel de Pitesti no tenían para comer. Acabamos comprando quesos, fruta y pan en una feria. Éramos tres vigueses tirados allí, pero lo resolvimos todo".

Del ambiente futbolístico destaca "la grada de Anfield que canta, The Kop. Se te pone la carne de gallina". Y "las bengalas de Salónica, la de Dios". Entre las victorias, "el 7-0 apoteósico al Benfica". Claro que al final siempre aguardó una derrota, como aquel centímetro que les faltó a Sánchez y Gudelj para eliminar al Olympique: "Era un rival al que le tenía ganas, no sé por qué. Con los demás equipos teníamos buen rollo".

También resalta el 4-0 a la Juventus mientras acaricia una pelota que se antoja diminuta. Si la badana interior no se hincha con frecuencia, se encoje. Pero es sin duda un objeto único: el balón empleado aquella noche, al menos aquel con el que concluyó el encuentro. "Lo quise tener como recuerdo. Lo agarré al final. El delegado tiene esa facilidad. 'No te preocupes', le dije al árbitro. Ellos no lo quieren para nada. También hubiera sido bonito el del 7-0,pero se me fue la olla".

Distintos métodos

Para recolectar las camisetas el proceso era diferente: "Siempre le pedía una camiseta al delegado del equipo forastero. Las de cracks era más difícil cogerlas, solían tenerlas ya comprometidas. En último extremo lo que quería era de futbolistas que hubiesen jugado", explica. "No me quedó ninguna por coger, incluso en Champions, que hacía solo de delegado de campo en casa".

Pérez convivió con las mejores plantillas de la historia del Celta. También las de personalidades más complejas. "Con algunos jugadores tenías más intimidad. Pero en general mantuve una excelentísima relación con todos, sin la más mínima fricción. Y no era fácil de torear en ese prado. Había que saber llevarlos. Acoplé mi experiencia laboral al fútbol".

Salto espectacular

Elogia a la entidad actual: "Ha dado un salto espectacular. En lo deportivo no se puede pedir más. Remodelación del estadio, la sede del Mercantil? Es una pena que no se consolide la idea de la ciudad deportiva. Me parecen muy bien sus escuelas. Ahí encajaría un aula del delegado, una figura a la que no se le da el aprecio que merece". Dentro de ese diagnóstico positivo advierte: "El Celta tiene que fijarse más en la Liga. Lo importante es el pan de cada día. Que canta en Europa, pues no pasa nada. Tenemos un título de la Intertoto, de broma nos decían el chupito? ¿Ser campeón de la Liga Europa? Sería precioso, pero hay que tener los pies en el suelo. Cada uno es lo que es. Se puede realizar una proeza, pero no pensar en ella como exigencia. Lo fundamental es tener un equipo en Primera".

Observa con inquietud el proceso de venta: "Me gustaría que se hiciese cargo del Celta alguien con pasión. Si conviertes un club en una empresa pura y dura, solo con la idea de ganar dinero, lo sentimental desaparece. No tendría sentido. La aportación del socio no es el principal capítulo económico hoy día, pero un estadio sin público sería triste. Se necesita calor. El futbolista tiene que tener cariño, que se vea, que le aplaudan. No es solo la pasta, la parte pasional es importante".

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