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Los presidentes perdidos

Fernando Núñez reivindica a Francisco Arriaga y Luis Loño, militares a los que no se suele citar en el listado de mandatarios célticos

El marqués de Villaverde y Bar, citados también como presidentes celestes en El Pueblo Gallego.

A Francisco Arriaga se le menciona rara vez. A Luis Loño, nunca. Son los presidentes perdidos del Celta. Dirigieron el club en su ternura, entre 1924 y 1925. Una época confusa, protohistórica, en la que el Marqués de Villaverde rechazó el cargo tras ser nombrado y Pepe Bar, prócer céltico de mil funciones conocidas, debió ocupar el puesto en algún momento, lo que se ignoraba. A todos los reivindica Fernando Núñez, que ha buceado en la documentación de la época y rescata su memoria.

Fernando Núñez es nieto de Manuel Núñez García, el único que ha presidido el Celta en dos etapas distintas. La primera se data entre 1925 y 1927; la otra, entre 1940 y 1941. En los registros habituales, Manuel Núñez suele figurar como segundo presidente del Celta. Se le hace heredero directo del Conde de Torre Cedeira, que lo habría dejado en 1925 según algunos relatos.

Fernando descubrió un día que en el museo del Celta a su abuelo se le menciona de forma incorrecta. El listado de presidentes colgado en una pared se inicia en 1929 y en él Manuel Núñez García aparece en 1940 como Manuel Núñez González. Se le arrebata así su condición genuina de retornado al puesto. Fernando ha pedido al Celta que rectifique. El museo está ahora en obras, a la espera de una reforma que lo amplíe y modernice a la vez que el estadio.

En el proceso de justificar su reclamación al Celta, Fernando se enamoró de la épica que su abuelo y otros protagonizaron al construir el Celta. "Me enganchó y me pusé a buscar", explica. Manuel Núñez, que había presidido el Vigo durante años, fue por ejemplo una de las cuatro personas comisionadas para negociar la fusión con el Fortuna. Fernando ha emprendido un colosal proyecto personal. Está elaborando un relato del Celta en forma de diario, con todas las entradas que encuentra en prensa de la época: FARO, El Pueblo Gallego, el Orzán coruñés, El Mundo Deportivo, prensa madrileña... Va por 1925 y acumula 300 páginas. "Reescribo la historia del Celta a mi manera", resume Núñez.

Al confeccionar esta detallada relación es cuando ha descubierto que debe recalibrar la cronología e incluir a personas cuyo papel se desconocía o ha de ser reevaluado. A veces por un registro claro de los hechos; otras, por retazos, un pie de foto, una referencia secundaria...

Manuel de Barcena y Andrés, Conde de Torre Cedeira, primer presidente del Celta, dimitió en abril de 1924 pese a la aclamación popular de que continuase tras tantos "aciertos y entusiasmos". Se le nombra presidente honorario. Los demás miembros de la junta quedan encargados de encontrarle sucesor.

Fernando Núñez no ha encontrado más referencias a lo que sucedió hasta el 5 de agosto de 1924. En el FARO de ese día se consigna que Pepe Bar preside la junta saliente, así que hay que suponerle en ese puesto desde la marcha del conde. En la junta entrante aparece como presidente el Marqués de Villaverde y en El Pueblo Gallego están sus retratos como tales. Sin embargo, el marqués desaparece. "Yo creo que nunca llegó a ejercer. Es interpretación mía", reconoce Fernando Núñez.

Entre los dirigentes ya irrumpen Francisco Arriaga como director (entrenador, podría decirse, rol repartido entre varios) y Luis Loño como vocal. Y debe ser Arriaga el que asume el vacío que el Marqués de Villaverde deja, aunque también de forma breve. Arriaga y Loño son capitanes del Regimiento de Murcia, acantonado en Vigo. Son tiempos de guerra en Marruecos. Loño ya ha combatido allí y en 1921 se ganó una medalla por su comportamiento en los hechos de Miskrella. Le toca partir a Arriaga. El FARO informa el 27 de agosto: "Con las tropas de Murcia sale hoy para África el bizarro capitán don Francisco Arriaga, entusiasta presidente accidental del Real Club Celta. Con tal motivo sus compañeros de junta directiva le han despedido cariñosamente obsequiándole anoche en la intimidad con un champán de honor y haciendo votos para su pronto regreso".

No será tan pronto. Su conmilitón Loño asume durante varios meses la presidencia del Celta y también la condición en esa función de "accidental", que Arriaga había tomado de la renuncia del marques de Villaverde. Del mandato de Loño no existen dudas. Diversas publicaciones lo nombran en al menos siete ocasiones distintas, en actos sociales como cuando el Boca Júniors visita Vigo.

Al fin, en abril de 1925, Francisco Arriaga regresa de la guerra. El Pueblo Gallego consigna el día 17 que Arriaga retoma el mando y que Loño "ha cesado en su interinidad". A este último le agradecen los "numerosos aciertos que trascendieron beneficiosamente para el club, a pesar de las épocas difíciles que atravesó el Celta". Con él, el equipo acaba de proclamarse campeón gallego.

Es el epílogo céltico de ambos capitanes, que abandonan cualquier cargo en la junta que se celebra en mayo. Se elige como presidente a Tomás Mirambell, que rechaza el nombramiento, y es Manuel Núñez quien asume la responsabilidad. Casi un siglo después su nieto Fernando reclama para todos su espacio en el devenir del club: "Lo mismo que con mi abuelo, me gustaría que se recordase la historia de esta gente".

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