Diez días después, el Atlético de Madrid volvió a presentarse en Balaídos. Esta vez no hubo necesidad de achicar el agua del túnel que conduce a los vestuarios. El tiempo dio una tregua en un mes muy lluvioso en el noroeste peninsular para recibir al líder de la Liga y uno de los favoritos a pelear por el título de la Copa del Rey. El duelo fue de alta tensión y Balaídos disfrutó del espectáculo.

Con los rojiblancos volvió Augusto Fernández, quien desde que firmó por el club rojiblanco ha jugado más veces en Balaídos que en el Calderón. En la que fue su casa va perdiendo simpatizantes con el paso de los días.Nadie discute su compromiso profesional mientras lució la celeste, pero ya pocos le perdonan que dejase a mitad de temporada al equipo en el que era el jefe del vestuario. Se le compara con el capitán Schettino, el que traicionó a la tripulación y al pasaje del Costa Concordia.

Esta vez, cuando se anunció por megafonía el nombre del dorsal número 12 del Atlético de Madrid, los silbidos acallaron a los que aplaudieron la presencia de Augusto Fernández como rival del Celta.

Los aplausos se los llevó Claudio Beauvue cuando irrumpió en el campo junto a Theo Bongonda. Antes de sentarse en el banquillo, el francés de origen antillano saludó a los aficionados que lo vitoreaban desde la grada de Río Bajo. A rey muerto, rey puesto. Olvidado Augusto Fernández, el Celta ya centra su atención en Beauvue y en Marcelo Díaz, el chileno que suple al centrocampista argentino en la plantilla celeste.

Y sin los nuevos refuerzos y con Nolito y Fontás en la grada, el Celta destapó el tarro de las esencias y provocó que su afición se divirtiese y cantase en repetidas ocasiones "fútbol de salón", ese himno al "jogo bonito" que se ha hecho popular en Vigo.. Y de ahí, se pasó al "Augusto besa el escudo", cuando Balaídos le reclamó al excapitán de su equipo que hiciese una demostración de la fidelidad que ahora le tiene al equipo madrileño.

La asiduidad con que Augusto Fernández se ha presentado en Vigo con la nueva camiseta le ha generado que aquella simpatía que dejó al marcharse de Vigo se haya transformado en antipatía. El roce deja malas sensaciones entre quienes hasta hace menos de un mes compartían proyectos.

En esta ocasión, el Atlético no pudo imponer su superioridad presupuestaria ante un Celta que mantuvo a su afición en tensión pero disfrutando de un espectáculo en el que nadie quería irse vencido. Ahora, todo queda abierto para el Calderón, donde Augusto Fernández recibirá a su antiguo equipo ante sus nuevos seguidores.