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fútbol - Primera División

Débil con el fuerte, fuerte con el débil

El Real Madrid, superado por un brillante Rayo Vallecano en los primeros quince minutos, se ceba con un adversario que se quedó con nueve a falta de una hora

Bale se dispone a marcar uno de sus cuatro goles. // Sergio Pérez

Débil con los fuertes y fuerte con los débiles. Así es, hasta el momento, el Madrid de Benítez. Ayer, la prueba definitiva. Once contra once, el Rayo Vallecano impartió una lección de fútbol en el Bernabéu, el tipo de juego que reclama la afición blanca. Once contra nueve, la BBC sacó el mazo hasta completar la decena. Todo el trabajo que se adivina detrás de este Rayo admirable se echó a perder por una frivolidad de Tito y un exceso de celo del árbitro. Siempre quedará la duda de hasta donde hubiesen podido hurgar los de Paco Jémez en la herida blanca. Así que el Rayo, un equipo que sufre en defensa en condiciones normales, se convirtió en un guiñapo en manos del primo de Zumosol. Fueron diez como pudieron ser doce, o quince, pero el Rayo siguió imperturbable, sin dar un pelotazo, digno en la derrota más escandalosa en décadas.

Puso el balón en juego el Madrid y el Rayo se lo quitó al momento. En un minuto ya había asaltado dos veces el área de Keylor Navas. Pero un córner a favor se convirtió en una invitación a la estampida madridista: carrera de Cristiano, apertura de Kroos para Bale, llegada de Danilo y gol. ¿Lo de siempre? No para este Rayo, que se olvidó del golpe en cuanto puso el balón en juego. Otra vez al ataque, pero esta vez con recompensa: Amaya gana en el salto a Pepe en un córner y gol; jugada de tiralíneas por la derecha de Pablo Hernández y Jozabed pone el Bernabéu patas arriba. Con el Madrid "groggy", Jozabed volvió a citarse con Keylor Navas, que respondió con una de esas paradas de incalculables consecuencias.

Tres minutos después del 1-2, un exceso de entusiasmo de Tito, que atropelló a Kroos en la disputa de un balón intrascendente, empezó a despejar el desolador panorama del madridismo. Jémez, imperturbable, tardó seis minutos en recomponer la defensa, pero incluso con diez el Rayo fue un equipo de cuerpo entero. El Madrid se redimió con otra llegada de Danilo por la derecha, con centro preciso para el cabezazo cruzado de Bale. Cinco minutos después, Iglesias Villanueva reclamó su momento de gloria al pitar penalti en un forcejeo de Baena con Ramos que dejaba al Madrid con ventaja en el marcador y al Rayo hundido.

Con una hora por delante, un partido apasionante degeneró en una masacre. Llegó un gol más antes de descanso, con Bale al frente de un pelotón de fusilamiento, y otra media docena en el segundo tiempo. Hasta Iglesias Villanueva, quizá con mala conciencia, empezó a mirar hacia otro lado en el área madridista. Mientras, Benítez decidió resguardar el ecosistema del vestuario retirando a Bale tras el cuarto gol del galés. Era el turno de Cristiano, pero el que acabó completando el "hat-trick" fue Benzema, que se dio un chute de autoestima en una tarde que anunciaba tormenta de rayos y acabó con una goleada para la historia.

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