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Iago Aspas: "Quiero saber lo que es ganar un derbi"

El moañés espera brillar al fin en un derbi y asegura sobre la animadversión que despierta en el deportivismo: "Defiendo un escudo y no me pagan por caerle bien a la gente"

Aspas, ayer, en uno de los campos de las instalaciones célticas en A Madroa. // R. Grobas

- Llevaba usted esperando este partido dos años. Entre otras cosas porque en algún momento de su carrera seguramente dudó de si volvería a disputar un derbi.

- Sí esperaba volver a jugar un derbi algún día. Ya dije cuando me fui que mi objetivo era volver, no sabía cuándo. Ha sido más pronto que tarde y yo, encantado.

- En su leyenda es el chico que salvó al Celta de desaparecer, el que lo ascendió a Primera, el que lo mantuvo? Le falta brillar en un derbi para completar esa historia.

- Leyenda, no. Soy otro jugador más de la casa, que siente los colores como el que más, de eso no cabe duda. Sí es cierto que con el primer equipo no he tenido la oportunidad de ganar un derbi o meter algún gol. Con el filial sí pude marcar, dar varias asistencias y ganar.

- No es que haya disputado muchos derbis (cuatro). ¿No lució en ninguno por casualidad o porque no supo manejar la emotividad de esos partidos?

- A lo mejor también la inexperiencia. Aunque tenga 28 años, solo he estado tres en Primera División. La experiencia te va dando poso, ese saber estar en situaciones adversas.

- Los aficionados le piden la victoria por la calle. ¿Le dicen también que esté tranquilo? Porque existe con usted la sensación de que se le puede ir la cabeza.

- Algunas personas me lo han dicho, no lo voy a negar. Como mi madre: "Tú estate tranquilo". Sabe que fuera del campo me pueden comentar lo que quieran, que nunca respondo, soy tranquilo, pasota. En el campo soy un ganador nato. No me gusta perder ni en los entrenamientos.

- La imagen que queda de usted en los derbis es la de la agresión a Marchena. ¿El de hoy es otro Iago?

- Son recuerdos que quedan. Fue el último derbi que pude jugar. Por sacar algo positivo, al final de aquella temporada nos salvamos, que era lo primordial para el club, y ellos bajaron aun habiendo ganado aquel partido, del que habían salido reforzados. Son situaciones que no pienso que puedan volver a ocurrir. Tampoco metes dos goles en un partido y piensas que al siguiente repetirás. Cada partido es un pensamiento diferente, una táctica diferente. Yo siempre salgo mentalizado para ganar y dejar el cien por cien en el campo.

- Sigue usted siendo Iago Aspas sobre la cancha, pero existe un dato interesante: una sola tarjeta en once jornadas por protestar. Una ratio impensable en otras épocas.

- Son cosas que he pensado, que me han dicho mi madre o mi novia. Es casi imposible cambiar a un futbolista. Vas puliendo defectos, mejorando cosas. Sé que no voy a pasar de un extremo a otro. Pero intento mejorar. También antes tiraba mucho por arriba y me aconsejaron: "Siempre abajo". Son detalles que te ayudan a ser mejor futbolista. Es lo que busco.

- ¿Y los centrales rivales perciben esa madurez? Digo porque Marchena, que era astuto, conocía su temperamento y supo buscarle las cosquillas.

- Son cosas en las que no me fijo tanto. En aquel momento quizás me buscó y no me di cuenta. Son situaciones de partido, a 180 pulsaciones y casi ni piensas. Como cuando te cae un balón delante del portero. Entrenando la pico, de tres me salen tres y a lo mejor en el partido se te va fuera. Son situaciones casi al límite que vives en los partidos.

- En esta ocasión se encontrará a Arribas en vez de a Marchena. Amigo suyo. Pero pueden enfrentarse de igual forma.

- Yo voy a meter el pie siempre, voy a luchar y a intentar ganar igual que él a mí. Fuera del terreno de juego sí lo considero un amigo. Llegó nuevo al Sevilla como yo. No tuvo la oportunidad de disfrutar de muchos minutos. Pero lo considero un gran profesional y una buena persona.

- Él afirma lo mismo de usted. "Iago es buena gente fuera del campo", ha declarado. Parece que existe la necesidad de decirle a los deportivistas que usted puede ser perfectamente una buena persona.

- No sé. También me lo decía Fernando Navarro: "Aquí en Coruña me preguntan mucho por ti, qué pesados". Ya le dije que es como si a un sevillano le vienen a preguntar por un jugador del Betis, por poner un ejemplo. Yo soy de una manera dentro del campo y fuera, de otra. Defiendo un escudo y no me pagan por caerle bien a la gente. Intento dejarlo todo en el campo y ganar siempre.

- Pero esa animadversión se centra en usted. No en Sergio, Jonny y ni siquiera en Hugo Mallo, pese a aquella polémica del cartel de "se vende". Han influido declaraciones suyas como que celebró la patada de Vagner a Tristán o que nunca tendría una novia coruñesa, cosa que tampoco sé si dijo usted tal cual. ¿Se arrepiente de estas frases?

- Es que yo soy así, natural. Pienso lo que digo. No tengo que engañar a nadie. Si tengo vergüenza, soy más cohibido. Pero si tengo confianza, me expreso como soy. Si nos caemos bien, seremos amigos. Si no, no tengo por qué alegrar a nadie ni intentar quedar bien con la gente.

- Siempre se espera uno declaraciones más diplomáticas.

- Pero es que soy así. A veces se critican los tópicos de los futbolistas. Si me preguntas, voy a responder lo que primero que me salga de dentro.

- Vivió las dos victorias de la pasada temporada desde la distancia, como espectador (una de ellas, con Roberto Lago como invitado en su casa sevillana).

- Se viven diferente que en un terreno de juego. Además yo estaba defendiendo otro escudo. No te puedes poner en el lado del hincha incondicional. Pero siempre queriendo que gane el Celta, por supuesto.

- ¿No se imaginó,inevitablemente, a usted mismo marcando el gol de la victoria de Larrivey en Balaídos o el de Charles en Riazor?

- No en ese momento. No estaba pensando en volver al Celta. Más adelante, al ver que no jugaba, claro que quise volver y así se lo comuniqué al club.

- Minuto 89. Anota el gol de la victoria. ¿Cómo lo celebra?

- Pues con los compañeros y los celtistas, como cuando celebré el gol de Orellana que suponía el empate allí.

- El encuentro se plantea en cierto modo como un duelo entre Iago Aspas y Lucas Pérez.

- Por ser gallegos. Más allá de que sea un gran jugador, respaldo a los dos conjuntos. Este Deportivo no tiene nada que ver con el del año pasado. Y nosotros hemos empezado muy bien. Vamos hacia arriba.

- Podría ser la delantera titular de la selección gallega, si Rafael Louzán la resucita en diciembre.

- Hace varios años que está el tema rondando. Me lo comentaron ya hace dos o tres años. Al irme a Inglaterra se jugaba en Navidad y ahora, con el calendario que hay? Pero yo siempre estoy por la posibilidad de jugar con la selección gallega, sería un privilegio, igual que cuando lo hice en categorías inferiores.

- Ambos, aunque distintos, se parecen en cuanto que delanteros dinámicos, asociativos. A usted se le percibe más empaque como jugador que antes de irse.

- Es la experiencia, ver y aprender de otro tipo de jugadores. En Liverpool no jugaba y me fijaba mucho en Luis Suárez. ¿Por qué juega él y es tan bueno? Lo veías entrenar y ya decías tú... Nunca da un balón por perdido ni en un rondo. Siempre se entrena al 150 por cien. Lo ves desde otro lado. Cuando no puedes jugar te fijas en otras cosas.

- El partido es también una confrontación de estilos. Del Celta se aguarda lo de siempre: querer el balón, ser vertical, el ida y vuelta. El Deportivo varía más. ¿Lo espera compacto?

- Es mi punto de vista. Han fichado a jugadores con experiencia, con años en la categoría, como Navarro, Arribas o Mosquera, que aunque tenga 26 ó 27 años ya lleva más de cien partidos en Primera División. Y tienen gente con hambre, como Lucas.

- Son ustedes el equipo diferente, "el equipo de autor". La marca al hombre los distingue. ¿También el empeño de los entrenadores rivales en encontrarles el antídoto?

- Igual algunos rivales sí. Pero el estilo es parecido al del Barcelona. En el Sevilla siempre contrarrestábamos muy bien al rival. Eso Emery lo lee muy bien. Fue el caso del Villarreal. Ganaba al Barcelona, a los equipos de arriba. Jugamos contra ellos varios partidos el año pasado y ganamos todos.

- Habrá quien piense que el Valencia encontró la fórmula para domesticar al Celta de Berizzo.

- No creo. El que haya visto el partido sabe que el resultado no se corresponde con el fútbol que se vio en el terreno de juego. Ellos han estado muy efectivos durantes los noventa minutos. El gol antes del descanso y el gol justo después nos han matado. Luchamos hasta el final. Y el público nos lo reconoció. Se lo agradecemos, como agradecimos sus ánimos ante el Barcelona.

- ¿No ha habido ningún atisbo de duda tras el 1-5, ningún replanteamiento?

- Moriremos con ello. Es lo que nos ha dado tantos buenos resultados en estos últimos años, de los apuntes de Luis Enrique a los de Berizzo, cada uno con su estilo. Los réditos para el club han sido buenos.

- En estos momentos en el once inicial solo cabe usted como delantero y Guidetti lo sustituye. Muchos aficionados soñaban con verlos juntos. A Berizzo no le gustó el resultado cuando lo probó ya avanzado algún encuentro.

- A todos los buenos jugadores les gusta jugar juntos. John ha venido nuevo, un poco tarde en la pretemporada y eso lo ha lastrado un poco. Pero lo ves entrenar, se está adaptando bastante bien y es un chaval alegre. Pienso que va a estar muchos años aquí y vamos a disfrutar mucho de sus goles. Hay que tener paciencia. El equipo está funcionando y así a veces es difícil cambiar.

- Usted sabe bien qué puede sentir Guidetti cuando está calentando en la banda y el cambio tarda o no llega.

- Sí, claro. Sientes un poco de frustración. En el Liverpool luchábamos por la Liga. Veía qué dos delanteros tenía delante y me decía: "¡Buf, qué voy a hacer! No juego. Tengo que seguir luchando e intentar aprovechar los minutos que me den". Es difícil. Y yo veo normal que a veces se enfade.

- De la temporada en el Sevilla quedan las imágenes de sus enfados con Emery. No sé si siempre se arrepentía al día siguiente.

- También lo hablaba mucho con él, le explicaba mis situaciones y él las suyas. A veces veía que podía quitarme en el 70 en vez del 85 y él me respondía que quería aguantar más los cambios. Son situaciones que uno ve más desde el lado del jugador y el entrenador, más desde el lado del equipo.

- Siempre he pensado que, por regla general, estaría bien que los entrenadores tuviesen más ese tipo de debates con sus jugadores.

- Creo que sí. Escuchas al entrenador, le das tu opinión. También hay quien prefiere que no le digan nada, se enfada y no habla una semana. Yo no soy así. Se acaba el día y se acaba la romería. A la mañana siguiente me levanto con una sonrisa, voy a entrenar y soy feliz.

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