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El Celta agota los últimos ahorros y siembra dudas

Belleza traicionada, análisis de la derrota del Celta

El Celta más vulgar paga su falta de oficio en la revolución pragmática obrada por Berizzo

El Tucu se duele de un golpe en su pierna derecha. // LOF

Derrota perjudicial, la que más. El Celta agota los últimos ahorros y siembra dudas. El equipo se descompuso en la semana de su supuesta reafirmación, cuando en teoría Valencia y Athletic habían remediado sus neuras. No quedan ni excusas ni consuelos. No puede servir de lenitivo que el gol llegase en el minuto 89. La acción premió la fe del Espanyol. Castigó la vulgaridad y falta de oficio de los celestes. Quisieron hablar un idioma que desconocen. Traicionaron la belleza que los define y pagaron el precio porque ignoran los secretos del pragmatismo. Berizzo, cuya figura regresa agrietada de Barcelona, aplicó un plan para el que no había preparado adecuadamente a sus jugadores.

La reconversión de augusto

Entendiendo que Planas no estaba en condiciones, Berizzo prefirió reconvertir a Augusto. Luis Enrique hubiera apostado por Samu o algún otro canterano. Son opciones legítimas. El problema no radicó tanto en tener a Augusto en el flanco como en perderlo en la medular. Había descollado ante el Valencia. El propio Berizzo considera que su principal cualidad es saber dónde picar. Y sin embargo, lo condenó a la demarcación más encorsetada.

manías e ingenuidades

Lo del entrenador céltico con las sustituciones alcanza el nivel de manía. Solo empleó un cambio, en el minuto 84, pese a que el equipo demandaba desde hacía tiempo una inyección de energía. Además, la escuadra interpretó la entrada de Sergi por Krohn-Dehli como el toque de corneta invitando a la retirada. Y a eso de guarecerse no saben jugar. A los célticos les falta temple para moverse con tranquilidad sobre el alambre. Desperdiciaron varias oportunidades de contragolpe. Despreciaron la posibilidad de dormir al menos el encuentro. Alentaron, en resumen, las acometidas épicas del Espanyol, que Caicedo rentabilizó.

insólita imprecisión

El Celta mostró, por primera vez, una imagen mortecina. Ya hace tiempo que se percibía una menor intensidad en la presión. Ayer le sumó imprecisión, inmovilidad, impaciencia. No hubo ni rastro de aquellas combinaciones laboriosas que acababan situando a Orellana y Nolito en el uno contra uno con sus laterales. El balón se les ha vuelto enemigo.

Abuso del patadón

El Celta se dosificaba en el juego directo, empleándolo como sorpresa o alivio. Ayer fue una disposición sistemática decidida desde el banquillo. Los celestes, en la repetición, resultan mucho menos efectivos. Jamás supieron leer las dejadas de Larrivey. Llegaron tarde a las segundas acciones. Perdieron la batalla en los balones divididos. El gran interrogante a resolver es si ese aspecto cansino, exhausto, es producto de una mala noche, de un mal planteamiento o de un estado físico y mental de raíces más profundas. Lo cierto es que el equipo, que había aguantado la mala racha sin descomponerse, apostó por un involución estilística en el instante menos pensado.

plantilla infrautilizada

No tiene el Celta un vestuario difícil de controlar. Ni trascienden grandes querellas. Pero es fácil imaginar que muchos jugadores comienzan a estar decepcionados con el reparto de papeles de Berizzo. Mina merecía ayer minutos después de su actuación en San Mamés. Alex López no estaba en el banquillo, se supone que por molestias físicas, aunque en él se condensa lo más controvertido de Berizzo. Porque lo del Tucu ante el Valencia fue flor de un día. El aporte en el juego aéreo que proporciona no compensa su lentitud en el tranco y el pensamiento.

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