El Celta está contento con los fallos judiciales en los casos de impugnaciones presentadas contra el listado de deudas elaborado por los administradores concursales. El juzgado de lo Mercantil sólo se ha mostrado contrario a sus intereses en el caso de la deuda con la agencia que representa a Diego Placente. En lo que afectaba directamente al jugador argentino y en lo relativo a Aqualia, el juez ha aceptado las tesis de los administradores.

José María Blanco Saralegui, titular del Juzgado de lo Mercantil número uno de Pontevedra, ha fallado a favor de la empresa Play Internacional, que representaba a Diego Placente. Los dos millones que le debe el Celta serán considerados como deuda ordinaria y no como subordinada. Placente, por su parte, pretendía que 400.000 euros que se le adeudan estuviesen excluidos del proceso concursal, librándose así de la quita. Ha visto rechazada su reclamación.

Lo más jugoso para el Celta es que el juez ha rechazado la reclamación de Aqualia, que exigía al Celta aproximadamente medio millón de euros por el consumo de agua en Balaídos. Es una cuestión de interpretación del convenio de cesión del estadio. La entidad celeste cree que es el Concello el que debe abonar ese dinero ya que en la cifra se incluye lo correspondiente a la estación de bomberos y a los pabellones polideportivos.

Aunque faltan las notificaciones oficiales, todo apunta a que el juzgado también ha fallado a favor del Celta en las otras reclamaciones, de menor cuantía (por ejemplo, las que corresponden a los canteranos Iago Aspas y Richi Álvarez, y Juan José Maqueda, que fuera ayudante de López Caro).

El proceso concursal, tras solventar este paso, seguirá adelante sin modificaciones sustanciales, toda vez que el éxito en la junta de acreedores dependía del convenio con Caixanova, ya asegurado. En Praza de España intentarán intensificar ahora los contactos con Hacienda para solucionar el problema de los intereses de la deuda. Las conversaciones son constantes, ahora ya con funcionariado de mayor nivel en Madrid, pero siguen existiendo esas dificultades que han llevado a Carlos Mouriño a insinuar que quizá convenga que abandone la presidencia.