Fiesta más que derbi en A Malata, ceremonia familiar entre dos clubes bien avenidos y dos aficiones que se aman, si bien la clasificación no permite un disfrute relajado del choque. El Celta, por enésima vez, vuelve a apostar sus mínimos ahorros de esperanza. Una derrota, combinada con otros resultados negativos, frustraría las cuentas de los más optimistas. A su buen vecino, el Racing, el desahogo no le alcanza para regalos. Ascenso y permanencia, las palabras gruesas de la categoría. La batalla será intensa, aunque sin mala saña.

En el bando celeste, ya sólo Vitolo se atreve a sostener públicamente que Primera sigue al alcance. Los demás se encastillan en el "día a día, partido a partido" que les libera de presión. La reducción de la ansiedad favoreció el rendimiento del equipo tanto en Soria como ante el Sporting. Es la línea a seguir. El juego practicado el pasado domingo agradó al celtismo. La hinchada estaba tan decepcionada que esa mínima muestra de orgullo que ha percibido en la plantilla alienta a casi 2.000 hinchas a desplazarse a Ferrol. La clientela sólo pide al Celta que remate el desastre de la temporada con dignidad. Aunque en la cabeza pervive el murmullo del "y si...". Los candidatos a la tercera posicion flaquean y el conjunto celeste tiene la obligación de agotar sus opciones para atenuar, al menos, sus remordimientos de conciencia. Sólo una racha victoriosa enganchará a los célticos a la pelea. Es el viento a favor que no han sabido encontrar en siete meses.

La mejoría se traduce en continuidad. Es tema a discutir si la falta de una alineación reconocible ha sido producto de los malos resultados o al revés, pero Antonio López ha delimitado su grupo. Puede que en algunas decisiones, como la exclusión de Sales de la convocatoria, pesen razonamientos de futuro más que de presente. El andaluz, en todo caso, apuesta por el esquema de los últimos compromisos.

Sólo las lesiones le obligan a matizar su propuesta. Peña se cae de lesión, lo que al fin permitirá a Agus jugar donde le es natural, de central. George Lucas, cumplida su sanción, retoma el lateral derecho. Por delante, varios hombres a seguir: Rosada y Jorge ofrecieron ante el Sporting lo que se les exige, destrucción y creatividad respectivamente. Ahora deben prolongar las buenas noticias.

Arriba, Diego Costa y Perera apuntan a una fructífera sociedad. El pacense pone la inteligencia y el brasileño, su talento impredecible. Tiene el revólver cargado, pero nadie sabe si apuntará al rival o a su propia sien. Sin embargo, el Celta necesita esa clase de locura en estos momentos. El discurso racional del grupo ha sido más bien pobre y se ha agotado.

Enfrente, Jonathan Pereira. El vigués es como Diego Costa un jugador diferente, capaz de romper los sólidos esquemas que se estilan en la categoría. Seguramente el choque se decidirá en función del que aparezca primero. Porque el Celta, en la medición de fuerzas, posee mayor calidad, pero el Racing ha obtenido muchos más frutos en la segunda vuelta. Al menos en este partido, el club que pierda se alegrará un poco por el triunfo de su amigo.