El Concello de Gondomar ha ordenado a las Misioneras de María Mediadora, la congregación que gestiona la escuela infantil San José de Borreiros, que adopten las medidas de seguridad correspondientes en torno a la casa en ruinas del barrio de O Telleiro de su propiedad, para garantizar la seguridad tras los desprendimientos de cascotes de la pasada semana a la calzada. Así lo informaron ayer el alcalde, Francisco Ferreira, y el concejal de Urbanismo, Antonio Araúxo, tras una reunión con representantes de las religiosas, a la que asistieron también técnicos municipales para abordar el asunto.

La antigua vivienda, adquirida por las monjas en 2014 con la intención de ampliar los terrenos de la guardería en el futuro, se ubica junto a un cruce de carreteras muy transitado en la parroquia que, por su estrechez, dificulta la circulación en doble dirección y ha causado más de un siniestro y hasta enfrentamientos entre conductores. Así que la congregación ofreció al Concello un pacto: la Administración municipal se encargaba del derribo y las propietarias cedían terrenos para ampliar la intersección y mejorar la seguridad vial. Incluso presentó hace poco más de dos años un proyecto para solicitar la licencia de demolición y llevarlo a cabo.

El alcalde, Francisco Ferreira, estaba dispuesto a hacer desaparecer la casa y así lo declaró públicamente. Pero se ha encontrado con que los informes de la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta y del arquitecto municipal son contrarios porque la nueva ley del suelo gallega impide eliminar las construcciones tradicionales. De manera que el Concello, tal y como se les transmitió ayer a las propietarias, no se hará cargo del derribo ni lo autorizará.

Los vecinos, a favor del derribo

El inmueble, de unos cien años de antigüedad, según aseguran lugareños, está protegido por dicha normativa, pese a carecer de interés estético. Por eso la asociación de vecinos reclama su demolición desde hace un año. Según Latino Rodríguez, vocal del colectivo, "debera primar o interese xeral da seguridade viaria sobre unha vivenda que está a caer". En cualquier caso, piden una solución. "O que non pode ser é que lle coloquen unha estructura para que non caia e quede así para sempre", recalca.

Los problemas de tráfico se han acentuado desde los desprendimientos. Para evitar riesgos, el Concello ha colocado una valla perimetral alrededor de la casa que estrecha todavía más el cruce, de manera que los vehículos pesados y autobuses no pueden pasar. Los vehículos del transporte escolar del colegio de Donas y de los institutos deben desviarse y dar rodeos kilométricos hasta A Ramallosa y la situación, que se mantiene desde hace más de una semana, genera quejas entre los padres de alumnos.