Los vecinos de varias parroquias de Pazos de Borbén y Redondela viven durante toda la jornada una pesadilla por el fuego, que cerca varios núcleos de población y ha arrasado más de 1.500 hectáreas de monte. Las zonas más afectadas son las parroquias de Cepeda, Nespereira y Amoedo, donde hubo que desalojar varias casas durante la mañana por la cercanía de las llamas, e incluso el fuego alcanzó un almacén de cervezas y una nave de palés de la zona alta de Cepeda, que sufrieron importantes desperfectos. En esta parroquia también ardió una furgoneta y un remolque que estaban aparcados en la finca de una vivienda, y los residentes de la zona consiguieron sofocar las llamas con mangueras, cubos de agua y palas cuando estaban a escasos dos metros de la casa.

La voracidad del fuego, impulsado por el viento, causó situaciones de pánico en este pequeño núcleo de población, arrasando incluso los terrenos de cultivo situados junto a los hogares. “Por la noche esto parecía el infierno. El fuego avanzaba sin control, lo apagabas por un lado y prendía por otro. Pasamos mucho miedo porque no teníamos ningún tipo de ayuda, ni una brigada, nos enfrentábamos solos los vecinos con los pocos medios que teníamos a nuestro alcance como mangueras y palas”, afirma Nieves Mouriño, una de las residentes. Junto a su casa explotó una bombona de butano que se encontraba en la finca del vecino, que en ese momento no se encontraba en la casa porque residen en Alemania. “La explosión fue tan fuerte que vibró toda la casa. Menos mal que no había nadie porque estaríamos lamentando una desgracia”, indica.

Otra de las zonas en las que se vivieron momentos complicados fue en Amoedo, donde se ubica un polígono industrial con una gasolinera, y el fuego llegó a cercar las casas situadas en las inmediaciones. Algunas de las empresas de la zona, como Pereira, retiró los camiones de la nave por precaución. Uno de los residentes de la zona, Jorge Álvarez, critica que los medios de extinción se centraran “casi en exclusiva en proteger el polígono industrial, cuando lo que realmente estaba amenazando el fuego eran las viviendas”. “Tuvimos que sofocarlo los propios vecinos casi sin medios, hasta que por fin nos apoyaron dos brigadistas con una motobomba porque ardían las fincas y estaba a escasos metros de las casas”, apunta.

En Redondela, el concejal de Interior, Arturo González, seguía desde Reboreda las tareas de extinción. En esta zona, según explicó, el fuego no llegó a amenazar las casas “aunque pusimos en prealerta a los vecinos tanto de Reboreda como de Ventosela durante toda la noche por lo que pudiera pasar, pendientes de la evolución de las llamas”, explica.