Taparrabos, pieles, lanzas y artilugios prehistóricos varios lucieron, ayer, en Mos las tribus participantes en la duodécima edición de la Festa da Prehistoria. Algunos optaron por reutilizar el modelito del año pasado y otros estrenaron atuendo "troglodita". A diferencia de otras fiestas, en esta está mal visto ir a la peluquería e incluso peinarse, lo mejor es llevar el pelo como recién levantado y evitar ponerse perfume.

La Asociación Cultural Festa da Prehistoria, organizadora de la celebración, concentró todas las actividades en el día de ayer con la intención de acabar con el botellón que se venía produciendo el viernes por la noche, cuando eran dos días de fiesta. "Ahora tratamos de relanzar de nuevo la fiesta", explica Marcos Escudero, presidente de la asociación.

Niños y adultos se divirtieron y aprendieron hábitos de la Edad de Piedra en los talleres que se celebraron en el Parque da Penacova, en Santa Eulalia. Descubrieron cómo hacer fuego, elaborar pan de bellota, fabricar herramientas de piedra, grabar petroglifos o pintarse el cuerpo. De hecho, las caras de los pequeños lo decían todo, les parecía un sueño poder dibujar en la piel sin ser regañados.

Como cada año, los participantes se agruparon en tribus y se instalaron en sus chozas, pacíficamente, pero por la tarde llegó la lucha. Las tribus visitantes atacaron a la tribu local en la Lapiñeira da Fraga y tuvo que intervenir el chamán para pedir la paz proponiendo la celebración de unos juegos olímpicos. Fue entonces cuando los cavernícolas intentaron demostrar su forma física entre carcajadas.

Agotados de competir, los trogloditas concluyeron la fiesta con el acto más solemne, la invocación de los espíritus enterrados en la Mámoa de Penacova.