Queda poco más de una semana para que arranque la temporada de curros y solo el primero, el de A Valga, está confirmado. Se celebrará el próximo día 12 de mayo, domingo, tras aceptar los ganaderos de la zona la colocación del microchip, a la que les obliga el decreto equino de la Xunta para garantizar la localización de los propietarios de caballos salvajes en caso de daños por accidente o irrupción de los animales en propiedades privadas. Una medida autonómica que suscitó protestas el año pasado, entre ellas, la suspensión de los milenarios espectáculos antropológicos en toda la Serra da Groba por primera vez en la historia.

La Asociación de Gandeiros do Curro da Valga, que representa a algo más de un tercio de los propietarios de equinos en toda la cordillera entre Vigo y A Guarda, da un paso atrás en las reivindicaciones y cede a las pretensiones de la Consellería de Medio Rural. Como afirma su presidente, José Fernández Martínez, el interés primordial del colectivo es "salvar una tradición heredada de padres a hijos en la zona, sin entrar en política".

El chip, en julio

Conservar la rapa y su singular expresión etnográfica es el objetivo. Por eso la inyección del microchip a las reses se aplazará hasta el 28 de julio, fecha en la que está previsto el llamado "curro da mosca", en el que las reses reciben un tratamiento de desinfección contra los parásitos sin tanta expectación de público. Así lo han acordado los ganaderos con la Consellería de Medio Rural e do Mar para no desvirtuar la fiesta. Ahora queda por negociar el precio de cada transpondedor, por el momento fijado en 25 euros la unidad, "una cantidad excesiva", a juicio de los afectados.

Las restantes rapas -Torroña, Mougás, San Cibrán, Morgadáns y O Galiñeiro- todavía están en el aire. Sus promotores, los miembros de la Asociación de Gandeiros de Cabalos da Serra da Groba, han propuesto a la conselleira Rosa Quintana la creación de un registro informático de las marcas a fuego tradicionales para identificar a las reses que les exima del dispositivo electrónico. Hasta que el Ejecutivo gallego se pronuncie no decidirán si los celebran o no, según explica el presidente del colectivo, Modesto Domínguez.

La Comisión Europea ya lo ha hecho. Atribuye a los gobiernos regionales la competencia para declarar la excepcionalidad de las "burras" como ganado criado en liberdad para no obligar a sus dueños a colocarles el chip subcutáneo.

De 2.000 a 1.000 cabezas

El conflicto del decreto equino podría terminar así con un daño ya irreparable a las manadas, al que ha contribuido también la crisis económica. El número de caballos se ha reducido a la mitad en los montes de A Groba en los últimos cuatro años. De las dos mil cabezas quedan tan solo mil, según los cálculos de Domínguez y José Fernández. "La gente se lleva los caballos porque generan muchos gastos en seguros y ahora costarán más con el microchip", apuntan. Muchos de ellos acaban en los montes portugueses, donde existe un proyecto de recuperación del caballo garrano y otros acaban en mataderos o en los hogares de sus propietarios para su consumo.