José Antonio Uris Guisantes es el alma de Érguete Baixo Miño y se retira a sus 67 años "para dedicarme a mi familia y a mi mismo", explica. Durante veinte años ha trabajado desde la presidencia de esta asociación para combatir a la droga, sin cuartel, a base de prevención, formación e información, tres herramientas fundamentales contra esta lacra social, como él describe.

"Me voy después de dos años de reflexión" y lo hace en un momento en el que padece una coxoartrosis que limita algunas de sus actividades. "Érguete queda en buenas manos, con un buen equipo", afirma, Está algo descontento porque la Xunta no le concedió la subvención para contratar a un formador.

En la despedida, echa la vista atrás y se acuerda de sus inicios en esta guerra, en el año 1983, cuando trabajaba como auxiliar en una farmacia guardesa y comenzó a ver cómo jóvenes de aquella generación caían en esa trampa. En 1985 contactó con Carmen Avendaño, y Érguete Baixo Miño se creó a nivel oficial en junio de 1990. "A día de hoy, me satisface que crezca el número de escuelas que desean integrarse en el programa de prevención, igual que varias autoescuelas. También me satisface ver a personas que estuvieron atrapadas por la droga pero que lograron reinsertarse y pasean con sus familias", cuenta. Por el contrario, le enerva la actitud de la sociedad que "mira para otro lado" y no da importancia a la enorme problemática de la droga, preocupándose sólo del paro y de la crisis.

Esta actitud es evidente con la falta de voluntarios colaboradores que en A Guarda ayudaban a llevar adelante iniciativas como la travesía a nado y el certamen de figuras de arena, en verano. También se nota su falta en el desarrollo de cursos que organiza Érguete, como los de cocina, fontanería y encuadernación. "En el 95 dejé la política y ahora le toca a Érguete. Soy un sentimental y tendré nostalgia de este trabajo. Pero mi casa siempre estará abierta a las personas que necesiten ayuda", afirma el veterano luchador social.