En los tiempos que corren, las dificultades para sustentar la sanidad pública del Estado español se incrementan. No obstante, existen países en los que esta situación se eleva a su máximo exponente. Es el caso de Ucrania. Se encuentra al borde de una epidemia de VIH/SIDA. Los menores de clases menos pudientes, presentan un estado de desnutrición. La cantidad de niños que viven en la calle se ha acrecentado en los últimos diez años. Es común la prostitución forzada. Un 20 por ciento de las mujeres sufre malos tratos de manera sistemática… Una realidad que parece más bien propia de cualquier país del Tercer Mundo y que, sin embargo, es el pan de cada día en esta nación europea. Para mitigar las carencias sanitarias, la Asociación de Solidaridad San Roque, de Leirado, ha traído a Galicia a dos médicos ucranianos, que estudiarán los materiales en desuso de diferentes hospitales, para conocer si éstos son válidos para enviarlos a su tierra.

Dos parejas hacen posible este proyecto: la leiradense Marisol Pino, presidenta de la asociación, es la cóyuge del ucraniano Petro Knyzhnyk, vicepresidente, y los médicos del país del Este, Irina Stepanchenko e Igor Dougiy, que han recorrido 4.000 kilómetros para analizar todos aquellos objetos (camillas, ropa de cama, gasas, vendas…) que los hospitales gallegos no utilizan y que son de primera necesidad para sus clínicas. Para ello, se han reunido con los directores de los diversos hospitales con el objetivo de llegar a un acuerdo.

No es la primera vez que San Roque realiza una labor de carácter. A principios de junio, tras las fuertes inundaciones que destrozaron viviendas, cosechas y carreteras en mayo, en Ucrania, Marisol y Petro transportaron materiales de ayuda humanitaria en un vehículo de la asociación. Asimismo, lograron el envío de dos camiones repletos de donaciones (once y quince toneladas cada uno).

Por otro lado, urge la remesa de bicicletas, puesto que los puentes y carreteras no están operativos, como consecuencia de las lluvias. Es el único medio de transporte posible para que los médicos puedan llegar a los enfermos en zonas aisladas.

Marisol muestra una gran satisfacción por el hecho de que sus planes se hayan realizado: "Fue un éxito, un proyecto en la imaginación con ansia de realizarlo, que hicimos y estamos contentos. Queremos repetir esta experiencia". Igualmente, afirma que del mismo modo que su asociación está volcada con Ucrania, es posible auxiliar a otros territorios, siempre y cuando el reparto se realice directamente, conociendo el fin de los objetos.

La médica dermatóloga Irina, que procede de una región ucraniana que, por alguna razón, también se llama Galicia, evidencia una fuerte alegría por su estancia en Salvaterra, y compara este país con el suyo: "Las diferencias son muy grandes. Me entristece pensar que Ucrania nunca va a conseguir un nivel de servicios sanitarios tan alto como el español. Mucha gente se queja de España, habría que llevarles a Ucrania un día para que viesen cómo es".

Igor dirige una clínica de Kiev y es profesor en la universidad pública de la capital. Sostiene que sería importante para Ucrania entrar en la UE, "para que se mejore la situación". Por último, comenta con humor, que le gustó mucho el sonido de la gaita gallega, "me compré una de adorno".