El problema de Perú no es el hasta ahora vicepresidente y sucesor de Kuczynski, Martín Vizcarra, con fama de político honrado. La cuestión es qué margen de maniobra tendrá con un Parlamento dominado por las guerras internas de los hermanos Fujimori. Kuczynski cometió el error de intentar negociar con ellos.

Trató de comprar su supervivencia política a cambio del indulto al patriarca de la familia y terminó envuelto en un escándalo de compra de votos a parlamentarios cuando su suerte estaba ya echada.

Ahí queda la lección para su sucesor, al que, eso sí, no le faltarán apoyos externos, porque sería una catástrofe que el populismo diera al traste con la estabilidad y el crecimiento logrados en los últimos años.