No podemos adivinar el futuro, pero sí inventarlo.

La cuestión es que hay futuros que son tan evidentes que no requieren de nigromante alguno que lo descifre.

Quizás, por ello nos amparamos en ese determinismo que nos derrota antes de tan siquiera haber emprendido lucha alguna contra todos esos mundos paralelos al nuestro, creados por el hombre, y de cuyas consecuencias culpa a la vida como algo ajeno a él mismo. Es más, las gallinas y los hombres comparten un 60% de sus genes, y hace 310 millones de años tuvieron un ancestro común. Que yo afirmo que debió ser un avestruz muy, muy grande que ya escondía la cabeza para no ver venir un "fistro" de meteorito que decidió formar parte de la península del Yucatán en México.

En definitiva, nada cambiará si nosotros no cambiamos, por más que no miremos a los ojos de la evidencia en un intento de no quedar petrificados ante la mirada de la diosa Medusa: la guerra, la contaminación, la desigualdad, la pobreza, la sequía... Todas comienzan por "la" y debieran comenzar por "tu".

Entonces, ¿por qué no premiar a la familia que más redujese su factura de consumo de agua con un viaje?