No podemos permitir que la educación sea atacada por el conformismo de las partes involucradas en la formación de los futuros profesionales y ciudadanos que conformen la sociedad de nuestro país. Es realmente preocupante el sistema de educación actual en el que los docentes se ven atacados continuamente por el desfase de las leyes según convengan a los gobiernos que se posicionen; la ideología es por tanto causa inseparable de la educación, herramienta de atrapar adeptos a unas normas establecidas por el partido que mantenga el poder en el país y no un portal de progreso para las sociedades futuras, un avance en la docencia y en los programas educativos es lo fundamental para atender como se debe la disponibilidad de profesionales que hagan crecer la economía de un país como el nuestro; formalizando normas que no sean cambiadas al gusto de los votos obtenidos y sí por el contrario, reflejen una convivencia de ideas en común coherentes y disciplinadas con algo tan importante e inquebrantable como es la educación de la sociedad en un tiempo futuro.

Cuando la educación se convierte en un acto inherente a la ideología estamos ocasionando un daño irreparable a esta, encadenándola a un encartamiento poco objetivo, tachado como pragmatismo absurdo e indecente a cualquier país que nos mire desde arriba, viéndonos caer en el mismo error de siempre a pesar de los años en los que despuntamos como nación de ejemplaridad democrática, transición pacífica y valores sociales en concordancia con nuestro positivo crecimiento. Ahora por el contrario, en lugar de mantener las formas nos adecuamos a los caracteres que nos vienen marcados por un Gobierno poco ético, de dudosa honradez y sí decorado en una imagen difusa en la que se atisba el capital sobresalir por los bolsillos de sus representantes; es decir estamos perdiendo la batalla por la formación y emancipación de nuestros jóvenes, nos están arrebatando el favor del conocimiento y la equidad cultural con respecto a otros países de una Unión Europea que se nos está quedando grande, en la que servimos como antesala a sus deseos y vivimos con la mano puesta en la cartera, presumiendo de lo que no somos e ideando sueños que no entendemos bien cómo, de dónde, cuándo y de qué manera se podrán llevar a cabo, por mucho que los Consejo de Ministros se diga que vamos a todo tren por el mundo, más bien con poco gas, menos electricidad y una indecorosa lista de desempleados, personas con ninguna prestación o ayuda económica y ley de dependencia en los cajones del olvido por parte del Gobierno que gusta avasallar con unas estadísticas inciertas del aumento en la prosperidad del pueblo; sin duda, consignadas por los que mantienen la única obsesión de que la deuda les sea abonada con puntualidad manifiesta.

Educación sí, pero educación de la buena, la que nos dé algo de margen para luchar por la excelente formación de los estudiantes, la que nos provea de profesionales para la competitividad de nuestras empresas y ante todo, ciudadanos y ciudadanas con profundos valores sociales y personales de los que tendremos que echar mano cuando la ocasión llegue, no es dar un aviso a ciegas de que las cosas cuando prosperen, necesitarán quienes las manejen con los conocimientos previos que solo en los centros escolares dotados con herramientas suficientes y la protección a los docentes podrán ser llevadas a cabo con los resultados óptimos necesarios a los nuevos tiempos de globalización imprecisa con los mercados proclives a la variación de la divisa según prevean las economías mundiales más potentes del Planeta.