El hecho es que las instituciones en este país están funcionando, mal que bien, en una democracia todavía joven, democracia que se ha hecho a sí misma con el esfuerzo personal de hombres y mujeres de todas las orientaciones culturales e ideológicas. Ya sabemos que no han faltado los delincuentes que se han lucrado con el ejercicio de la política y que empiezan a estar entre rejas.

En definitiva, la democracia se hace día a día, sin dejar de madurar. Al final siempre quedan al descubierto quienes se han lucrado y quienes tratan de hundir al único sistema que garantiza la convivencia. Esperemos que entre los nuevos independentistas y los populistas no nos tiren abajo lo que hemos construido en casi 40 años.