En las últimas semanas hemos asistido a un acontecimiento histórico, esperable, pero histórico. Si hace 15 días en Valencia una conductora bajo los efectos del alcohol atropellaba a un grupo de ciclistas y fallecían tres de ellos, unos días después, en Toledo, una madre bajo los efectos del alcohol y cocaína, en un trágico accidente de circulación, mata a su bebé de 10 meses y su otro hijo de 7 años está hospitalizado... Y el pasado fin de semana dos conductoras también bajo los efectos del alcohol, una en Tarragona (cuadruplicaba la tasa permitida) y la otra en Navarra (Lizoáin), arrollan a sendos grupos de ciclistas, algunos de ellos en estado grave.

¿Qué está pasando? Pues algo que epidemiológicamente estaba claro que sucedería. Somos muchos los profesionales que intentamos no banalizar el consumo de alcohol por parte de la sociedad en general y de los más jóvenes en particular. Aquellas adolescentes (a veces niñas) que acudían al botellón y bebían en mayor cantidad que los hombres hoy son mujeres que, entre otras muchas responsabilidades, conducen vehículos a motor. Ese alcohol que aunque para muchos no deja de ser una sustancia inocua, asociada a la diversión, placer, terraza, fútbol, playa, comidas, cenas, charlar con los amigos? -¡en fin, con todo lo divino y humano!- es una droga que altera y modifica el sistema nervioso central y muchas de esas jóvenes que intentan dejar de beber o incluso pretenden no hacerlo (igual que los hombres) pues no lo consiguen dado su alto nivel de dependencia.

En cualquier tema de salud la información correcta es clave. El consumo de alcohol presenta otro desafío más para la salud de las mujeres. Incluso en cantidades pequeñas, el alcohol afecta a las mujeres de manera diferente que a los hombres debido a cuestiones hormonales. Y el beber en exceso es, de alguna manera, mucho más arriesgado para las mujeres que para los hombres.

¿Por qué las mujeres corren más riesgos de desarrollar problemas relacionados con el consumo de alcohol? Ninguna cantidad de alcohol es 100 por ciento segura todo el tiempo para cada mujer. Cada mujer es diferente. El alcohol pasa a través del tracto digestivo y se dispersa en el agua del cuerpo. Cuanta más agua haya disponible, más se diluye el alcohol. Generalmente, los hombres pesan más que las mujeres, y, kilogramo a kilogramo, las mujeres tienen menos agua en su organismo que los hombres. Así, el cerebro de la mujer y otros órganos están expuestos a más alcohol y derivados tóxicos que se generan cuando el organismo está tratando de degradarlo y eliminarlo. Otros factores como el menor peso y la menor cantidad de la hormona alcoholdehidrogenasa gástrica (ADH) que metaboliza el alcohol, hacen a la mujer más vulnerable al alcohol.

Por otro lado, no debemos olvidar que muchas de esas mujeres se quedarán embarazadas y algunas de ellas se encontrarán en estado de gestación sin saberlo, lo que agravará el problema si consumen alcohol. Hay estudios que muestran como el consumo de una unidad estándar -10 o 12 gr. de alcohol; una cerveza, un vaso de vino- por día en la gestación temprana se encuentra asociado a un aumento en el riesgo de aborto espontáneo y mortalidad perinatal, a un menor peso al nacer y a dificultades de crecimiento postnatal, y a problemas en el desarrollo intelectual en la infancia y adolescencia, lo que condicionará la vida de la persona. Si la cantidad de alcohol consumida es mayor, en muchas ocasiones, se desarrollará lo que se denomina el síndrome alcohólico fetal y los trastornos del espectro del alcoholismo fetal, causando un daño cerebral que puede resultar en problemas de por vida tales como: aprendizaje, memoria, atención y habilidad para resolver problemas.

Estos cambios cerebrales relacionados con el alcohol pueden estar presentes aún en bebés cuya apariencia y crecimiento no están afectados. No se sabe si existe un nivel sano de consumo de alcohol durante el embarazo; tampoco si existe alguna etapa del mismo en la cual no se corra riesgo alguno al consumir bebidas alcohólicas, sea cualquiera que sea la cantidad. Si la mujer está embarazada o quiere quedar embarazada, no debería beber alcohol. Incluso, si está embarazada y ya ha consumido alcohol, es importante parar de beber por el resto del embarazo. Detener el consumo puede reducir las probabilidades de que el bebé sea afectado por el alcohol.

En fin, protejamos a nuestras jóvenes, y evitemos que en los llamados botellones ( botellódromos), "antros", bares, casas disfrazadas o cualquier otro establecimiento se venda alcohol a las/los menores de edad, además de que se aplique la "cero tolerancia" y se aplique "todo el peso de la ley" para ese comercio de venta de alcohol a menores, al mismo tiempo de implantar las medidas preventivas a nivel escolar y familiar con el objeto de evitar que ya a una temprana edad nuestra juventud tengan muchos boletos para convertirse en alcohólicos.