El campo de batalla en el que muchos baioneses lucharon en guerrillas contra unidades antidisturbio venidas de León fue arrendada a una empresa para construir un parking en su subsuelo. El pacto era no edificar en la superficie de aquello que había sido un parque para los baioneses.

En los últimos días se está erigiendo una construcción más o menos horrorosa en medio del semiparque. No hay necesidad de construir oficinas de turismo en los mismos puntos que atraen ese turismo. La edificación es una burla a esa antigua guerrilla. A personas que sufrieron arresto domiciliario por defender su pueblo.

Hoy en día la zona menos transitada del pueblo es la que cubre el parking, no tiene interés, está mal diseñada. Y Baiona no protesta, quizás porque está cansada. Porque la Palma es de otros.