A ti, que algún día viste el mundo con los ojos inocentes de un niño; a ti, que veneras a esa mujer que te ha dado la vida; a ti, que en las primeras noches de fiesta protegías a tu hermana de los que considerabas que en ella solo verían cuerpo con las curvas de la feminidad. A tu memoria intencionadamente ahogada en el silencio de tu conciencia, ahora me dirijo, cuando cada nuevo chupinazo se convierte en el preludio de una nueva aberración. A ti me dirijo para recordarte que eres un especimen en extinción, por más daño que los cobardes como tú puedan seguir haciendo; porque el mundo está cambiando: cada vez hay más mujeres dirigiendo países, multinacionales, universidades? Y ninguna legión de animales ignorantes como tú podrá impedir que tu estirpe termine desapareciendo.

Ahora, si eres tan valiente; vuelve a mirar a los ojos de tu madre y dile que su hijo es un violador; mira a tu hermana, a tus sobrinas, y dile que pueden estar tranquilas que no existe gente como tú que les pueda arruinar una vida por el simple hecho de que querías y tus músculos decían que podías.