Los feligreses que asistimos a la misa de 12.30 horas el día 5 de los corrientes en la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad de Vigo nos vimos sorprendidos cuando nuestro querido párroco, monseñor Alberto Cuevas, durante la homilía, anunció con toda "normalidad" el fallecimiento de su padre, esa misma madrugada, a los 98 años de edad.

Digo con toda normalidad porque don Alberto ofició, con el esmero de siempre y máxima dedicación, las dos misas de 11 y 12.30 horas de los domingos sin alterar para nada su presencia en todos los actos, incluida la fiesta de los niños que se prepararon para la Primera Comunión.

Pero al final de las misas se vio sorprendido por la avalancha de feligreses que se acercaron a la sacristía para darle el más sentido pésame por tan irreparable pérdida, como es la del padre que, desde el punto de vista humano, afecta a don Alberto como a "todo hijo de vecino", máxime cuando ya había perdido a su madre 16 años antes.