Emociona ver al Papa exprimido como un limón. Francisco entiende su oficio como lo que es: "Servus servorum Dei", elegido para servir, no para ser servido, con la misión de guiar a la Iglesia por camino seguro.

En ese marco heroico ha de leerse "La Alegría del Amor" (AL). Ahí late su corazón e inteligencia de Buen Pastor, su obsesión por el amor -única locura sensata- y el rechazo a cualquier otra obsesión -sensatez de la razón-.

Registro obsesiones que Francisco rechaza en los puntos: Nº 135): la del amor idílico por marcar expectativas demasiado altas; Nº 261) la educativa de "padres helicóptero" demasiado controladores de hijos; Nº 282) la centrada en la genitalidad -consecuencia de la falta de pudor- que deja a los desconocidos tan separados como antes -cita a Erich Fromm-; Nº 152) la que demoniza/ diviniza la dimensión erótica del amor eclipsando otros registros; Nº 39) la que entiende el amor en clave empresarial incentivadora de relaciones y negadora de compromisos irrevocables; Nº 221) la de la prisa, mala consejera, porque el amor es artesanal. Nº 284) la del seguimiento imperativo del propio deseo que frustra el aprendizaje del lenguaje del cuerpo en la verdad.

AL ratifica la máxima"tener peso y medida en todo, excepto en el amor". Y que el matrimonio es vocación, sacramento e ideal que no admite rebajas toda vez que -Nº 325- existe la Confesión para sanar la fragilidad humana. También menciona -Nº 56- que una cosa es comprender tal fragilidad y otra, aceptar ideologías que aspiran a sustituir a Dios.

En fin, ¡disfruta leyendo AL y regalando ejemplares a diestro y siniestro!