Soy un ingeniero gallego que actualmente está trabajando en Alemania. Tengo la suerte de compartir la oficina con un ingeniero chino que lleva casi siete años en Alemania. Su nombre es Chen, y procede de una familia rural muy humilde, pero que gracias a su inteligencia y a su esfuerzo ha conseguido estudiar en buenas universidades y encontrar una buena posición laboral. Chen ha leído una noticia en un noticiario chino que dice que una región en España con 7 millones de habitantes se ha declarado auto-independiente, y me pregunta el por qué.

Yo le respondo que España nació como una integración de pequeños reinos hace 500 años y que desde entonces, en mi país existen todavía algunas diferencias lingüísticas y económicas y, por tanto, hay ciertas regiones en España que anhelan ser independientes. A partir de la fuerte crisis económica en España, y como la corrupción política era tan escandalosamente alta, estas reivindicaciones territoriales se agudizaron. Ahora, tras unas elecciones regionales en Cataluña, una agrupación de partidos políticos promulgaba la independencia y han ganado, pero que para obtener el poder tienen que asociarse con otro partido que busca la escisión de España, de Europa y del euro. Y aun así, aunque la suma de todos estos partidos es solo el 48% de los votos, se han declarado capacitados para no respetar las leyes y proclamar la independencia de España.

Aunque trato de explicarlo sencillamente, Chen no es capaz de entenderlo. Dice que esas ansias de auto-independencia se ven explicadas porque en Europa no hay un peligro real de guerra, y la gente no ve el peligro que supone vivir en un país tan débil. Además, no entiende cómo esas diferencias que son tan pequeñas sean motivos suficientes para establecer un país fuera del euro. Me pregunta qué pasará ahora, y si el Gobierno de España enviará los militares para restablecer el orden.

Yo le respondo que no sé exactamente lo que pasará, pero que en un país democrático el envío de tropas es la última opción y que primero la justicia debe pronunciarse. Lo que sí sé es que siento una profunda vergüenza al ver como los dirigentes políticos de una región que se cree avanzada y democrática, actúen de esa forma. Además, le digo que me gustaría ver que esos políticos acaben respondiendo ante los tribunales de justicia por creerse con el derecho de desobedecer la ley. Chen asiente, pero sigue sin comprender.