Conocidísima, la fábula de Samaniego, que me viene constantemente estos días a la memoria.

Se hallaba el buey agotado, tras una dura jornada con el arado. Es el momento que aprovecha la cigarra (que se había pasado el día entero con lo suyo, cantar y observar), para advertir al manso animal que el último surco le había salido torcido, defectuoso?

"Calle la haragana reparona", -fue la respuesta del buey-; "que si los demás surcos no hubieran salido rectos no habría advertido el defecto de éste último".

Esta contestación, llena de aplomo, me viene al escuchar las nada benévolas críticas hacia una obra recién inaugurada en esta ciudad; obra a la que se designó con el nombre de otro fabulador, insuperable en nuestra tierra, natural de Mondoñedo por más señas.

Por otra parte, me pregunto: ¿No se suele otorgar un margen de confianza ("los primeros cien días") a los personajes que inician alguna tarea para la que han sido elegidos? ¿Y no sería justo conceder un margen de confianza similar, para un "Complejo", tan complejo?