Con ocasión del Día Internacional de la Familia, el Instituto de Política Familiar publicaba un extenso informe en el que se ofrecía un retrato desolador de la familia en España, con hogares envejecidos, solitarios, sin niños o matrimonios cada vez más rotos. Esta situación, que se ha visto agravada por la crisis económica, no supone, en realidad, ninguna novedad: viene de muy atrás, sobre todo a partir de las políticas de ingeniería social aplicadas por los gobiernos socialistas en las dos últimas legislaturas. Desde la ley del "matrimonio" homosexual, hasta la ley del aborto concebido como un derecho, pasando por el divorcio-expres, todo lo que se ha hecho hasta ahora en este terreno obedece a un plan concebido para demoler la institución familiar, vista como el pilar de una sociedad conservadora con valores morales contrarios a la ideología de la izquierda. Bien es verdad que el Gobierno de Mariano Rajoy ha prometido una política integral de protección a la familia que, de momento, ha quedado supeditada a la superación de la crisis económica. Hasta la fecha no se han tomado medidas, por lo tanto la situación continúa agravándose.