Imagínese que usted entra en la consulta del médico y lee un cartel que pone “no me digno a atenderle en gallego”.

Me ha causado sorpresa y tristeza ver publicada el día 18 una carta en esta sección titulada “Desmontando trolas”, firmada por Telmo Comesaña Pampillón, de Alcabre-Vigo, en la que me calumnia. Dice el señor Telmo que ha leído las cartas en las que defiendo la libertad lingüística, e interpreta equivocadamente que tengo manía al gallego. Termina citando a González-Pondal para llamarme imbécil en unos simbólicos puntos suspensivos.

En su crítica despectiva, diciendo que estoy “descolocado”, demuestra no entender que el derecho de los gallegos a ser atendidos por la Administración autonómica en gallego no implica que el funcionario tenga que hablar en gallego: basta que nos atienda y entienda si hablamos en gallego. Le recuerdo que no hay médicos gallegos ni gallego-hablantes suficientes para atender a toda nuestra comunidad, y si con su “amabilidad” lograra que todos los médicos que no hablamos gallego nos fuéramos de Galicia el resultado sería desastroso. Pero parece que a él solo le interesa llevar a cabo los lemas de los radicales que atacaron la manifestación de Galicia Bilingüe en Santiago: “Fora de galiza! Na Galiza só em galego!”

Le quiero aclarar también que en las oposiciones a funcionarios autonómicos se debe exigir un conocimiento del gallego suficiente para desempeñar la plaza a que se opta, y por supuesto para poder atender a los gallegos que usen el gallego; pero exigir que el examen y las pruebas selectivas se realicen en gallego es una discriminación hacia los que hablan, estudian y se expresan mejor en castellano, que a lo mejor tienen mejor formación para desempeñar ese puesto, pero no lo alcanzan porque el examen es en gallego y porque se valora más un curso de gallego que tres Másters universitarios (y eso es un dato real). Además, se discrimina a la mayoría, pues según los datos de la Real Academia Gallega somos mayoría los gallegos que hablamos castellano en nuestra Comunidad, y en Vigo el 81.5%.

También critica el señor Telmo a la asociación a la que pertenezco, diciendo que mentimos al hablar de bilingüismo: demuestra no entender que decir que Galicia es una comunidad bilingüe no significa que todos los gallegos tengan que dominar por igual las dos lenguas, y menos que usemos el 50% cada una de ellas. Eso es una utopía. Luchamos por la libertad, la legalidad y contra la imposición y queremos que todos los niños gallegos estudien gallego, pero que la lengua de la enseñanza sea la que eligen los padres, no los políticos. Quien quiera saber lo que decimos, puede entrar en la página web, que está escrita en ambas lenguas (no como muchas páginas de la Administración autonómica, que están sólo en gallego). En Irlanda hay dos lenguas oficiales, Inglés y gaélico-irlandés, pero éste es minoritario; y nadie pretende que hay que lograr que lo use el 50% de la población.

Pero lo peor de esa carta es la calumnia que hace el señor Telmo al afirmar que yo “no me digno atender en gallego a los pacientes que vienen a mi consulta y que son gallego hablantes”. Dado que el señor Telmo sabe que yo no hablo gallego, es increíble que pueda decir eso. Más aún, recuerdo que cuando atendí a su mujer, ésta me hablaba en castellano y yo le animé a que usara el gallego, si era su lengua habitual o quería hacerlo, dejándole claro que entiendo perfectamente el gallego, lengua que aprecio y en la que leo a veces, aunque no la domino para hablarla bien. Entonces intervino su marido, Telmo (sólo le he visto esa vez), diciendo que su mujer era de las acomplejadas que usan el gallego en casa, pero con el médico usan el castellano. Les dije que yo prefería que usaran la lengua en la que mejor se expresaran, y la consulta siguió amigablemente, ellos hablando en gallego y yo castellano. Llevo muchos años trabajando en Galicia, primero para el Sergas y ahora en Povisa, y si fuera cierto lo que dice el señor Telmo en su carta, ya me habrían denunciado muchas veces.

Por último, el señor Telmo dice que si yo digo que soy gallego estoy mintiendo. Demuestra desconocimiento de la verdad y xenofobia: gallego es el que nace o el que vive en Galicia. Yo no he nacido aquí, pero he elegido vivir aquí y estoy encantado de ser gallego. Nacer en un sitio u otro no tiene mérito. El presidente de Cataluña, Montilla, nació en Andalucía ¿no es catalán? Y si no soy gallego, ¿por qué pago mis impuestos en Galicia? ¿Tengo que pedirle a los gallegos una partida de nacimiento para saber si de verdad son gallegos? Y me da mucha pena que ese señor lleve el nombre de mi tocayo, nuestro Patrono, el Beato Pedro González, alias “San Telmo”, cuya fiesta estamos celebrando.