Siempre he creído que cuando una persona fallecía era el médico de cabecera el que, por lógica, tendría que certificar la muerte, ya que éste es el que, mejor que nadie, puede conocer las causas del fallecimiento.

Así lo creía yo hasta que hace un mes tuve que sumar a la triste pérdida de mi madre, la locura de encontrar el impreso oficial requerido para certificar su fallecimiento.

Notifiqué al ambulatorio el hecho para que mi médico certificase, como marca la ley, la muerte de mi madre. Un trámite tan sencillo como éste se convirtió en algo inesperado y desesperado. Con diligencia, el médico de cabecera, se puso en contacto conmigo para realizar la gestión pero se encontró con el primer problema, ya que el ambulatorio carece de los impresos oficiales. Lógicamente pensamos que dicho papelito oficial debería tenerlo o bien el Registro Civil o el Colegio Médico. ¡Pues no, señores! Ambos organismos nos remitieron a los estancos. Sin pérdida de tiempo recorrimos los que más a mano teníamos, pero tampoco. Por fin, tras dos horas de búsqueda descubrimos que en Pereiró está el único que tiene a la venta el impreso en cuestión. Fue un tanatorio el que nos solucionó el problema. Era suficiente que enviásemos un informe médico (atrasado o no) y ellos ya se encargaban de todo. Y así fue como lo hicimos.

Ahora yo me pregunto: ¿Cómo es posible que un impreso oficial esté monopolizado? ¿Qué intereses hay detrás de esto? ¿Quizás que por la firma del certificado te cobren 72 euros, mientras que la del médico de cabecera es gratuita? Quiero denunciar estos hechos por varios motivos. El primero es, sin duda, el juego escondido que existe aprovechándose de una situación en que anímicamente la persona que lo sufre está bajo mínimos. El segundo, ¿cómo es posible que la administración permita que un impreso oficial que debe de estar al servicio del público esté prácticamente escondido como un tesoro? ¿Cómo es posible que un médico que no conoce las causas del fallecimiento de una persona ponga su firma sobre una cuestión que desconoce? ¡Algo huele a podrido! Quiero públicamente denunciar este hecho como lo haré de inmediato en los organismos oficiales correspondientes.