Pon es el peregrino más vigilado del Camino de Santiago y no precisamente por disfrutar de la ruta que es Patrimonio de la Humanidad. Este burro de 21 años se ha convertido en el protagonista de la última iniciativa de Changes.org que ha generado otro movimiento de protesta en las redes socialesChanges.org. Y es que el pollino francés, acompañado de su dueño, va a realizar los más de 700 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago de Compostela con unas pesadas alforjas mientras tira, además, de un carro.

Ha sido la asociación animalista Siguiendo tus huellas de Luarca (Asturias) ha sido la encargada de denunciar la situación con la que buscan que los gobiernos de País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia tomen cartas en el asunto y detengan el sufrido viaje de Pon. "Cada día vemos caminar sin aliento y sin fuerzas a Pon", explica la organización, "cargando con un gran cargamento a sus lomos y tirando de un carro también con carga". El grupo animalista apunta a que el borrico ya habría sufrido un desfallecimiento en Puente Arce (Cantabria). Allí se le habría retirado la carga "hasta pasar el sofocón y volver el camino". De hecho, los planes del propietario son los de completar un viaje de ida y vuelta entre la capital gallega y Francia: "su misión es hacer el camino de Santiago por el norte y volver a Francia por el camino francés".

Desde la puesta en marcha de la iniciativa en Change.org, la asociación animalista ha reunido ya más de 14.000 firmas, el 90% del total fijado como el objetivo. De hecho, la operación para salvar a Pon no se termina en la recogida de apoyos. Desde que la asociación animalista ha dado a conocer los hechos, han sido muchos los que se han puesto en contacto con Siguiendo tus huellas para dar parte de la fatigosa peregrinación del burro. El último punto en el que se le habría visto habría sido en Abadín, Lugo.

¿Qué hacer si ves a Pon?

La asociación explica en una de las respuestas a sus seguidores qué se debería hacer en el caso de que uno se encuentre a Pon y a su propietario en el Camino de Santiago.

Los pasos a seguir son realizar una llamada a la Policía Local o al Seprona de la zona para que le pidan al propietario de Pon el Certificado de Explotación Agraria (CEA), examinen la carga y los documentos que acrediten un examen veterinario que le permita el cambiar de comunidad autónoma a comunidad autónoma. De acuerdo con lo publicado por el diaro La Nueva EspañaLa Nueva España, al burro y a su dueño lo han parado ya tres veces y, según ha trascendido, tiene las vacunas al día y el carné que permite ser tratado como animal de carga.

Pese a que la documentación está en orden y la peregrinación de Pon seguirá adelante, en Siguiendo tus huellas tienen claro que el burro sufre con la carga y que se trata de un claro caso de maltrato animal: "No existe ningún lugar en el mundo donde los animales sean considerados sujetos de derecho. Los derechos legales para los animales no existen. Mientras sean considerados propiedades todas las medidas legales que se tomen al respecto serán siempre en base a una propiedad y no en base a un sujeto de derecho. Por este motivo no existen Derechos Animales en ninguna legislación del mundo y en todos ellos están desprotegidos."

El burro salvaje, una especie en extinción

El asno, cuyo nombre científico es Equus africanus, es una especie salvaje en serio peligro de extinción y se prevé una desaparición inminente crítica. Pocos ejemplares viven en estado salvaje, sobre todo en África y su conservación se hace difícil por los continuos enfrentamientos armados en los que está sumido el continente africano.

Su domesticación se llevó a cabo hace 6000 años en el Norte de África y desde entonces han sido utilizados principalmente para trasladar cargas, sobretodo en el sector agrícola, en Europa y Asia occidental. En España se distinguen cuatro: el catalán, el zamorano-leonés, el mallorquín y el andaluz.

De 1.200.000 ejemplares que había en nuestro país al finalizar la Guerra Civil, en 2016 la población de burros no superaba los 75.000. Han desaparecido más de un millón de pollinos en los últimos 50 años. Muchos de ellos perecieron por las bombas. Otros, después de servir en pueblos y aldeas como medio transporte, acabaron convertidos en cecina en los tiempos del hambre