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Un fotograma de la película.

Cómo evitar la extinción

El huevo del dinousario

Un país hecho de cielo y de caballos salvajes, donde el viento no cesa y los árboles son solo un sueño. Ese idílico escenario, la estepa mongola, hostil para el ser humano, pero ideal para directores de fotografía que se recrean en atardeceres y albas, acoge "El huevo de dinosaurio". La película derrama belleza y convierte el minimalismo del paisaje y de las personas, sin ignorar sus gestos más animales y rutinarios, en poesía, pero tampoco olvida que la vida también reserva tiempo para la sonrisa. Con lentitud, pero sin pausa, la obra funciona en dos oleadas: un crimen que nos recuerda a "Fargo" y una segunda parte que sitúa a una mujer fuerte en el centro, como ya hizo Wang Quan´an en "La boda de Tuya".

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