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Los Stones y la diplomacia musical

A veces los rockeros abren camino a la libertad a golpe de guitarrazos. El concierto que protagonizarán esta noche en La Habana "Sus Satánicas Majestades" puede ser ejemplo de ello

Cartel del concierto que ofrecerán hoy los Rolling Stones en La Habana.

Nada como el rock and roll para acabar con una dictadura. El género musical que nació en EE UU -probablemente el único país del mundo que jamás ha sufrido una dictadura- ha servido para sembrar la semilla de la libertad, la tolerancia y la rebeldía por donde ha pasado. Muchos esperan que el histórico concierto gratuito que esta noche darán los Rolling Stones en la Ciudad Deportiva de La Habana, ante unas 400.000 personas, contribuya a acelerar la llegada de la democracia a Cuba. No sería la primera vez que la "diplomacia del rock" resulta efectiva.

En España lo sabemos bien. Los Beatles actuaron en Madrid en julio de 1965, y pocos meses después se aprobó la Ley Fraga, considerada la primera piedra del aperturismo político del régimen franquista. Casualidad o no, la presencia de los cuatro de Liverpool demostró que, como cantaba Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando. Con Franco ya muerto, en junio de 1976, los Rolling Stones remataron la faena con su concierto en Barcelona.

De dictadura a dictadura, en pleno franquismo, el eterno Raphael fue capaz de conquistar al público soviético. Primero fue su película "Digan lo que digan" (1968), dirigida por Mario Camus y exportada a la URSS por Suevia Films, la empresa del vigués Cesáreo González; y después, su actuación en Moscú en 1971. El cantante de Linares sigue conservando numerosos seguidores rusos a día de hoy.

Mucho después se aventuró al otro lado del Telón de Acero Billy Joel, que en 1987, en plena perestroika de Gorbachov, realizó una gira por la Unión Soviética.

Y es que los rusos también tienen su corazoncito, como sugería Sting en "Russians" (1985), una canción que llegó a figurar en los libros de texto de los colegios británicos. Quien había tocado al frente de The Police en Buenos Aires en 1981, en plena dictadura militar, compuso años después todo un himno para las madres de los desaparecidos de Chile y Argentina, "They dance alone" (1987).

Muchas canciones denunciaron el apartheid en Sudáfrica, como "Biko", de Peter Gabriel, o "Sun City", de Steve Van Zandt (Little Steven). Otros gestos, como la visita de Paul Simon a Sudáfrica para grabar el álbum "Graceland" (1986), no fueron bien recibidos por algunas organizaciones negras, que exigían un boicot total al gobierno racista de Pretoria.

Como ocurrió con Paul Simon, a menudo se interpreta que tocar en un país dictatorial legitima el régimen. Le ocurrió a los galeses Manic Street Preachers cuando tocaron en La Habana en 2001, con el mismísimo Fidel Castro entre el público; y también a Juanes, Miguel Bosé y otros artistas cuando realizaron el concierto "Paz sin Fronteras" en La Habana en 2009.

También quisieron tender puentes los irlandeses U2, que en 1997 tocaron en el Estadio Ko?evo de Sarajevo, Bosnia, siendo el primer gran grupo que actuó allí después de la guerra. El concierto unió a gentes de etnias diferentes que poco antes se habían peleado. Meses más tarde, U2 encabezó un concierto a favor del referéndum en Irlanda del Norte, en el que los líderes de los dos bandos enfrentados, David Trimble y John Hume, se dieron la mano en el escenario junto a Bono.

Tal vez el concierto de hoy se recordará como un gran hito cuando exista la "Cuba libre" que tanto anhela Gloria Estefan.

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