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GALLEGOS EN LA CIMA

"Todavía tratamos de descifrar cómo hablaban y qué escribían los mayas"

El historiador coruñés estudia los jeroglíficos de esta apasionante civilización en la UNAM de México

"Todavía tratamos de descifrar cómo hablaban y qué escribían los mayas"

Su espectacular arquitectura y el dominio de las matemáticas y la astronomía desplegado por la civilización maya han fascinado a la humanidad durante siglos e inspirado todo tipo de teorías, algunas tan apocalípticas e infundadas como la de que el mundo se acabaría en 2012. Lo cierto es que todavía quedan muchas cosas por descubrir de este pueblo precolombino que dominó miles de kilómetros cuadrados y el conocimiento de los historiadores se enriquece constantemente con nuevos descubrimientos e interpretaciones.

"Todo ha dado un giro radical desde el año 2000. Leemos su escritura de otra manera y se descubren otros significados. Todavía estamos en proceso de descifrar cómo hablaban y qué escribían", sostiene el historiador Pablo Mumary (A Coruña, 1981), que investiga desde hace seis años los jeroglíficos mayas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Una reunión de americanistas en Santiago prendió en él la chispa por esta civilización que se extendió a lo largo de México, Guatemala y Belice y su tutora le animó a seguir investigando por este camino. Tras acabar la carrera en Galicia y cursar en Sevilla un máster en Historia de América Latina y Mundos Indígenas consiguió una beca del Gobierno mexicano, todo un logro para un aspirante extranjero, y realizó otro máster en Estudios Mesoamericanos. "Cuando llegué a la UNAM se celebraba un congreso de mayistas y me encontré en la sala con las personas cuyos libros estaba leyendo. Y después pude ir a los yacimientos. Resultó impactante. Es ideal estar aquí. México, Guatemala y EE UU son los mejores países en este campo", reconoce Pablo, que actualmente realiza su tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras con otra ayuda del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

En mayo regresará a los yacimientos de la provincia de Campeche, que formó parte de los extensos dominios del poderoso linaje que él estudia, el de los Kaan, durante el periodo clásico maya (300-600 d.C.). Cada dinastía se identifica con un glifo emblema, un signo identitario descubierto por un investigador alemán en los años 50 y que en el caso de esta estirpe se trata de una cabeza de serpiente. A través del análisis de las inscripciones en piedra, Pablo ha descubierto varios nombres de nuevos gobernantes. "Planteo una nueva hipótesis sobre el origen de esta dinastía, cómo surge y por qué llega a tener tanto poder", revela sobre las aportaciones de su tesis al conocimiento sobre los mayas.

Las inscripciones en piedra y cerámica, la arquitectura y las tumbas van ofreciendo pistas sobre las distintas dinastías que gobernaban las vastas ciudades-estado. Historiadores y arqueólogos investigan sobre el terreno desde hace siglos, pero las excavaciones apenas suponen un ápice de todo lo construido por este pueblo precolombino.

"La historia azteca o inca está muy establecida y ya se cuenta con mucha información desde la época de la conquista española, pero no es así en el caso de los mayas. Resulta muy interesante que vayan surgiendo tantas cosas nuevas aunque también te obliga a estar muy informado para no perderte", reconoce.

La riqueza cultural mexicana es tan amplia que es imposible abarcar todos los yacimientos, aunque el Gobierno siempre destina fondos para los que ya gozan de una importante atracción turística como Chichen Itzá, Campeche, Quintana Roo, Palenque o Teotihuacán, aunque esta última ciudad, aclara Pablo, no sea maya.

Cada nuevo hallazgo aporta luz sobre esta civilización y desmonta algunos de los mitos que la rodean. "Mucha gente piensa que eran astrónomos que miraban al cielo, pero también fueron guerreros y tan sádicos luchando como otras culturas. Tampoco es cierto que desapareciesen. Hoy sigue habiendo comunidades mayas en México y Guatemala que tratan de mantener sus tradiciones. Seis millones de personas hablan lenguas mayas", aclara.

Pero el misterio que todavía les rodea ha inspirado teorías fantásticas sobre su contacto con los extraterrestres y muchos taquillazos como el dedicado a la supuesta predicción del apocalipsis en 2012. "Es una idea relacionada con el movimiento New Age de los 80. Se hicieron lecturas erróneas de unas piedras labradas, pero en el pensamiento maya nunca existió ese fin del mundo. Por otro lado, las películas dan a conocer esta cultura y pueden despertar vocaciones. También suponen más apoyos económicos. Mel Gibson, por ejemplo, sigue dedicando fondos a los yacimientos tras rodar aquí", destaca.

Nuestro país mantenía varios proyectos en México y Guatemala que los recortes en I+D obligaron a abandonar: "Es una pena. Se ha perdido el interés por conocer el pasado que ya tenían los conquistadores que llegaron a México en el siglo XVI. Las humanidades se están relegando y solo se piensa en términos económicos. Por suerte, mis padres me dejaron elegir la carrera que me gustaba, pero ahora en España no puedes ser investigador en historia. Solo te queda ser profesor porque en la Universidad es muy difícil entrar y el CSIC tampoco crea plazas", lamenta.

Por eso no descarta seguir su carrera en México. Aunque no oculta que los primeros meses fueron difíciles: "Noté mucho la morriña. El idioma es el mismo, pero la cultura es diferente y el concepto espacio-tiempo cambia mucho en una ciudad de 9 millones de habitantes. Lo de la inseguridad se ve peor desde fuera. Yo vivo al sur, en la delegación de Coyoacán, una zona muy bonita y tranquila en la que también está la UNAM. Voy poco al centro del D.F. y nunca al norte, la zona más peligrosa". El rubgy, deporte que ya practicaba en A Coruña, le ayudó a integrarse, aunque ahora el Coyotes, club que fundó con otro amigo gallego, no vive sus mejores tiempos: "Después de cinco años muy buenos estamos peleando por no descender".

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