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Objetivo: el Senado de EE UU

Los republicanos, mayoría en la Cámara de Representantes desde 2010, aspiran en las legislativas de hoy a lograr el control de todo el Congreso

Objetivo: el Senado de EE UU

Apenas un 40% de los 230 millones de estadounidenses con derecho a voto se acercará hoy a las urnas para participar en las elecciones legislativas de mitad de mandato, las segundas de la era Obama y las más caras de la historia, con sus 11.200 millones de euros de coste. Unos comicios en los que los estadounidenses renovarán por completo los 435 escaños de la Cámara de Representantes, así como 36 asientos del Senado y 36 puestos de gobernador.

En los comicios de hoy, los republicanos intentarán con muchas probabilidades de éxito el asalto a la mayoría en el Senado. De conseguirla, su control del Congreso sería completo, ya que desde las elecciones de 2010 gobiernan la Cámara de Representantes.

La campaña para estas legislativas de 2014 ha estado marcada por la atonía. No ha habido grandes escándalos y, en consonancia, su repercusión exterior ha sido escasa. Tal vez el rasgo más acusado ha sido ver cómo se acentúa la polarización política del país, muy notable desde la llegada de un presidente negro y demócrata a la Casa Blanca. Precisamente, la reticencia de una mayoría de candidatos a recurrir al apoyo de Obama ha sido la nota dominante entre los demócratas, que han preferido el reclamo de los Clinton y, en particular, de Hillary, la exsecretaria de Estado, quien cada vez parece más decidida a luchar por la nominación presidencial en 2016.

¿Tan quemado se encuentra Obama tras seis años de mandato? La respuesta depende de los indicadores a los que se preste atención. Las encuestas aseguran que aún conserva entre un 40% y un 45% de apoyo popular, con una media ponderada que la web RCP establece en el 41,8%. No es ninguna catástrofe y, por otra parte, contrasta con el 12,7% que cosecha el Congreso, denostado por un 80,7% de consultados. Sin embargo, el pulso mediático diario -pese a un crecimiento económico del 3%, un paro del 5,9% y una sensible reducción del déficit- es muy desfavorable para Obama, acosado por una parte de la prensa bien engrasada por personajes como el Adelson de Eurovegas o los ultraconservadores hermanos Koch, la tercera fortuna del país.

Al presidente de EE UU no solo no se le perdona la reforma sanitaria, sino que, en su segundo mandato, le están pasando factura tanto el espionaje masivo de las agencias de inteligencia como su reticencia a adoptar un perfil internacional duro. Las dudas de 2013 en el abortado ataque a Siria o la que muchos derechistas consideran tímida reacción frente al yihadismo del Estado Islámico son solo las puntas de iceberg de un descrédito que se alimenta también con el deterioro de las relaciones con Rusia o las críticas a la gestión de la crisis del ébola. Por otra parte, la prometida reforma migratoria sigue en el aire y esa dilación no contribuye precisamente a movilizar a su favor a los hispanos.

En cuanto a los republicanos, estas semanas de maratones electorales han puesto de realce la profunda división de un partido en el que, desde la irrupción del extremista Tea Party en 2009, la carrera por situarse lo más a la derecha posible se ha vuelto una obsesión. Los republicanos siguen sin nombres claros para la cita presidencial de 2016, aunque los mejor situados son el senador por Florida Marc Rubio, el senador por Kentucky Rand Paul o el gobernador de Ohio, John Kasich, que hoy se presenta a una fácil reelección.

Así dispuestos los contendientes sobre el campo de batalla, nadie duda que los republicanos mejorarán en la Cámara de Representantes su actual 233-199 (se han producido tres vacantes). Las últimas encuestas hablan de un 228-181, con 26 escaños dudosos de los que al menos la mitad deberían acabar en sus manos. Los más optimistas auguran que el dominio republicano en la Cámara carecerá de precedentes en décadas.

Es, sin embargo, en el Senado, que cada dos años renueva un tercio de sus efectivos, donde se halla el auténtico reto. La relación actual es de 55 a 45, a favor de los demócratas, por lo que a los republicanos les bastaría robar seis de los 36 escaños en juego y no perder ninguno para alcanzar la mayoría absoluta. Con todo, hay que precisar que en la Cámara Alta la mayoría para hacer y deshacer sin trabas es la cualificada. Y esa se cifra en 60 escaños. Los 60 escaños que los demócratas sí consiguieron en 2008 -empujados por la ola Obama- y que perdieron en 2009 al morir Edward Kennedy y pasar su asiento a un republicano.

De los 36 escaños en juego (los 33 que toca renovar y tres vacantes), 21 son demócratas, 13 son republicanos y los otros dos corresponden a independientes que suelen votar con los demócratas. En consecuencia, los de Obama están más expuestos. Máxime si se tiene en cuenta que las actas que ahora se renuevan fueron conseguidas hace seis años, en pleno tornado del "Yes, we can". No extraña, pues, que según el promedio de RCP, los republicanos vayan a mantener todos sus escaños y a robar al menos siete a los demócratas, lo que colocaría la relación de fuerzas en un 52 a 48.

De esos siete escaños -tal vez ocho- que se auguran al partido del elefante, tres (Montana, Dakota Sur y Virginia Occidental) se dan por seguros, ya que los titulares demócratas se retiran y los aspirantes a sucederles se hunden en las encuestas. Otros tres (Arkansas, Luisiana y Colorado) se ven muy probables, con ventajas entre el 7% y el 4%. Por fin, Alaska y Iowa solo se citan como probables, con márgenes republicanos en torno al 2%.

Ahora bien, para que haya algo de emoción hasta el final, cabe hacer dos matizaciones. La primera es que no pocos analistas ven a los republicanos perder el escaño de Kansas. Este estado, feudo conservador desde hace medio siglo, ha sufrido en los últimos años la desastrosa gestión económica de un gobernador reaganiano, por lo que el senador Pat Roberts, de 78 años, que lleva más de tres décadas en el puesto, podría caer ante un independiente filodemócrata.

La segunda precisión es que hay dos estados, Georgia y Luisiana, donde la reñida presencia de tres candidatos podría llevar a que ninguno alcanzase el 50% de los votos, lo que obligaría a celebrar una segunda vuelta el 6 de enero. Una ronda que, dependiendo de lo que ocurra hoy, podría llegar a ser decisiva.

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