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La pontevedresa más longeva cumple 109 años

Lulú Vázquez Silva es el testimonio vivo del último siglo de la ciudad de Pontevedra

Lulú y su marido Juan José Harguinday. // FdV

La familia de Enriqueta Lescaille Chivás (abuela de Lulú Vázquez de Silva, que acaba de cumplir 109 años en Pontevedra) era de origen francés pero había huido del país a raíz de la revolución de 1789. Huyó primero a la isla de la Martinica y cuando fueron avisados por sus trabajadores de una inminente revolución de esclavos, a Guantánamo, donde los padres de Enriqueta compraron unos cafetales.

La Guerra de la Independencia les obligaría a hacer las maletas de nuevo, pero eso sería mucho después de que Enriqueta naciera. Tanto, que fue en Guantánamo donde conoció al abuelo de Lulú, Evaristo Vázquez Limeses, un médico militar pontevedrés que estaba destinado en la Cuba española. Y fue allí donde se casaron a pesar de que ella tenía solo 18 años y él 40. Sus nietas, de niñas, le preguntaron muchas veces: ¿Cómo te casaste con el abuelo, que era tan mayor? Y ella siempre les decía "¡Es que era tan guapo!"

Vázquez Lescaille

Quizá por la diferencia de edad, la abuela Enriqueta quedó viuda muy pronto. Evaristo, el padre de Lulú, que era el mayor de sus tres hijos, tenía solo siete años. Luego estaban Vicente, padre de los fundadores de las conocidas tiendas Vázquez Lescaille, y Enrique, que aunque estudió Medicina acabó convirtiendo su pasión por la radio en negocio, como fundador de Radio Pontevedra.

Evaristo murió siendo el presidente del Colegio de Médicos de Pontevedra, ciudad donde ejerció toda la vida y dónde nació Lulú, la más pequeña de las cuatro niñas que vinieron al mundo tras el fallecimiento del primogénito en un accidente doméstico. Después de ella, aún llegarían tres varones.

Lulú nació el 29 de marzo de 1910 en la calle Cobian Roffignac, muy cerca del piso de Padre Amoedo donde ahora vive. Entró interna en el Sagrado Corazón de Placeres en enero de 1919, el curso en el que se fundó el colegio. Una pontevedresa de pura cepa.

Cursó todos sus estudios en el internado, no sin añoranza del hogar y la familia, y su vida adulta estuvo marcada siempre por su enorme implicación con la sociedad pontevedresa.

Con 18 años se convirtió en madrina del Somatén (un cuerpo paramilitar de protección civil), y el golpe de Estado la pilló rezando la novena del Carmen en la iglesia de San Bartolomé.

Los republicanos se habían incautado de la radio fundada por su tío y, al abandonarla, le habían quitado una pieza para que no se pudiera manejar, así que el Capitán de Artillería Manuel Casal llamó a su hermano Tito para pedirle que fuese a ponerla en marcha. Salvo su tío Vicente, toda la familia se volcó con el bando que resultaría vencedor.

Su padre y su tío Enrique formaron parte de la Guardia Cívica y Lulú se convirtió en Margarita, sección femenina de la Comunión Tradicionalista, nacida para ayudar a los Requetés que estaban en el frente. Optó por seguir a la rama carlista de la familia porque, a pesar de que uno de sus hermanos militaba en Falange, a ella no le gustaba nada la Sección Femenina. Ella dice que "por sus formas" pero seguro influyó también su carácter independiente, tan ajeno a la tutela del varón que postulaban las de Pilar Primo de Rivera.

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