¡Ojo! Los “freakys” hacen cantera...
Los talleres de Pequefreak lo petaron entre los niños, que aprendieron trucos de efectos especiales y a dibujar personajes de cómic. El cine, también de terror, acabó de cautivar
“La fantasía o el terror son cosas que los niños no han experimentado mucho. Para ellos son discursos nuevos y para nosotros nuevas formas de comunicarnos con ellos. Se trata de narrativas y formatos más elaborados, que les hacen pensar más”, explica Juan de Castro, director del Galician Freaky Film Festival (GFFF) y uno de los defensores de extender la cultura de lo raro a los niños. Ese es uno de los motivos de que el festival cuente con su propio espacio infantil, se llama “Pequefreak – O meu primeiro festival,” y es un día entero, el de ayer, dedicado a ellos, los vigueses pequeños y preadolescentes.
Y se nota que es un interés creciente entre ellos eso de “lo raro” porque las 45 entradas para los talleres de efectos especiales y dibujo cómic se fundieron en pocos días. Y los afortunados que se hicieron con su sitio fliparon. La jornada empezó de la mano del experto en efectos especiales para cine, Ricardo Spencer. Con ayuda de su equipo enseñó algunas de las técnicas más sencillas utilizadas en el cine de terror. Heridas, cortes y sangre por todas partes con un nivel de elaboración tan bien ajustado, que la sensación al verlas era de lesiones reales. Aprendieron muy bien y muy rápido, porque no hay nada como experimentar por uno mismo y porque, como reconoce la organización, el cine y el terror concretamente, es un asunto de interés para estos pequeños, que poco a poco están formando su personalidad.
“Se llevan nuevas sensaciones. Queremos acercarles al terror, la fantasía y la ciencia ficción con mesura, adaptado a su edad, pero con bases y discursos audiovisuales que les enganchan. Son nuevos modelos de cultura. Pensamos que hay que tratar a los niños como adultos, en el sentido de discursos y estilos cuidados, tal y como lo esperaría una persona mayor. Ellos acaban entendiéndolo todo” y piden esa complejidad y esa calidad en el ocio y la cultura que experimentan, relata Juan de Castro.
La academia de cómic viguesa Kame fue la responsable del taller de cómic. El personaje elegido para aprender a dibujar como en las historietas fue un clásico ya, Totoro. El mítico espíritu del bosque del film japonés del 88, cuenta la historia de una familia que se muda al campo en los años 50. Allí las hijas, estimuladas por las fábulas que les cuenta su padre, profesor universitario, descubren a este nuevo amigo.
Los peques también disfrutaron de 7 cortometrajes no proyectados hasta ahora en España (incluido “Mi vecino Totoro”, en V.O doblada al castellano), “en los que no faltan niños, animales y monstruos que viven locas aventuras en escenarios distópicos” dicen desde el GFFF. Además del homenaje al Terror Molins, que cumple medio siglo, con una sección paralela: TerrorKids.
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